'A mi apasionado amigo Albertinho'.
"El solista comienza delicadamente, muy despacio, marcando al piano un ritmo suave con su mano izquierda, y en el arranque de su ejecución planea una sensación aparentemente dubitativa, que enseguida se disipa al iniciar con su mano derecha las notas etéreas de la melodía principal. El ritmo, constante, obstinado y lentísimo acompaña al solo, creando una extraña atmósfera plena de armonías y asonancias que invitan en su escucha a la meditación o a la ensoñación. Parece un ejercicio creativo virgen, ejecutado por vez primera, abriendo un camino de libertad y belleza que se demora dotando de un maravilloso colorido musical a la pieza interpretada, hasta que a la soledad acústica del instrumento de percusión se incorporan los solistas de la sección de viento, que se alternan y prosiguen la melodía acompañados por el trino del piano que revolotea grácil y libremente alrededor del tema principal, en un diálogo 'in crescendo' que va ganando en intensidad, tensando sostenidamente los sonidos hasta su cénit orquestal. Es entonces cuando la hermosa belleza tímbrica del corno inglés recoge la melodía de los anteriores solistas, y acompañada por el inmutable ritmo del piano y la sonoridad serena de la orquesta inicia el descenso hacia la tonalidad inicial, desvaneciéndose paulatinamente el sonido percutido en el teclado en fusas concéntricas, precedido por la conmovedora sensibilidad del canto apenas murmurado de la flauta."
Lo que antecede a muchos puede parecer cursi, o palabrería vana y fútil, sobre todo en lo concerniente al "corno inglés" (lo acepto), pero lo cierto es que se trata de un ejercicio de raciocinio que intenta expresar con palabras lo que otros intenta expresar mediante instrumentos musicales. Lógicamente para una y otra cosa es preciso poseer cierta sensibilidad.
Describir una composición musical es un imposible. Solo alcanza cierto sentido si una persona, muy entendida en el arte de la música, es capaz también de transmitir mediante la palabra las impresiones que le fueron transmitidas en la audición. Aún en ese difícil supuesto, el transmitente en cuestión se expresará de manera subjetiva, influenciado por su cultura, su sensibilidad y sus gustos musicales, y en el mejor de los casos logrará que tal vez una mínima parte de los destinatarios de sus comentarios se identifique, también subjetivamente con los mismos, y siempre que aquellos simultáneamente escuchen la pieza interpretada: es decir, que asuman como equivalentes palabras y sonidos que sólo en apariencia conducen a un mismo sentimiento, o bien convergen en él.
Una composición musical siempre nace en la mente de una persona, el artista que la escribe, desarrolla y modifica hasta que por fin la considera acabada. Sin embargo, al contrario que en otras artes, su ejecución se realizará a menudo por otra u otras personas a las que denominanos "intérpretes". Estos intérpretes, en orquestas numerosas dirigidos por un lider (el director), dotan a la composición original de una nueva dimensión que se corresponde con el grado de sensibilidad musical del que son portadores y así sucede que todas las interpretaciones, aunque altamente similares por su intento de fidelidad a la composición original, resultan distintas. En la medida en que la ejecución, respetando la mencionada fidelidad, se acerca a la perfección, hablamos de "virtuosismo" y esa conjunción o comunión es perceptible incluso por los que somos profanos en esa materia. Por eso nos emocionamos al escuchar ciertos temas musicales que alcanzan nuestra sensibilidad, sean éstos del estilo que sean. El compositor imagina su obra, la presiente, es un creador. Poco importa que se trate de una persona de carácter apasionado o más bien relajada: posiblemente es portador de muchos defectos e inseguridades, tal vez irascible, quizá se exaspere a menudo o se trate de una persona arisca y desagradable, puede que incluso pierda con facilidad los estribos y se vuelva violenta...o puede que suceda todo lo contrario. Lo realmente importante es que es poseedor de un don especial que le permite expresar sus sentimientos a través de la música que crea y es ahí donde radica su singularidad como individuo. En su interior podemos decir que reside una dualidad, su parte buena y su parte mala, pugnando entre sí por imponerse la una a la otra.
Del mismo modo todas las personas poseemos rasgos de nuestra personalidad que pueden ser identificadas como buenas o malas en función del juicio moral de los demás, de su formación y cultura, y del sistema de valores socialmente adaptado. A menudo prejuzgamos y de inmediato "clasificamos" a las personas sin llegar al punto de intimidad necesario para conocerlas. Es cierto que dificulta la labor de conocimiento el hecho de que todos tengamos nuestro propio sistema de autoprotección y en muchas ocasiones lo utilizamos como escudo para evitar mostrarnos tal y como somos y protegernos de ese modo de las consecuencias de las posibles discrepancias con los puntos de vista de los otros, procurando asi que no nos "conozcan" mientras no estemos medianamente seguros del buen fin de la relación o relaciones emprendidas. En toda relación humana debemos intentar tender al equilibrio y para ello son necesarios ciertos instrumentos como el respeto, la comprensión, la dialéctica y todos aquellos que favorezcan la convivencia. También es preciso tener capacidad y predisposición para aceptar la existencia de otras opiniones, contrastarlas con la razón y la experiencia e intentar valorarlas con objetividad. El valor de las opiniones es siempre relativo, sean propias o ajenas.
A fin de cuentas somos humanos, hemos de domar nuestros instintos, nuestras pasiones; poseemos en nuestro interior la dualidad de lo bueno y lo malo, y por tanto somos capaces de lo mejor y de lo peor. Hemos de asumir con humildad que a menudo erramos...
En la medida en que entendamos que la vida es un continuo aprendizaje y realmente aprendamos de nuestros errores, seremos capaces de mejorar y acercanos a la perfección, emprendiendo la metódica senda que pretenden seguir los artistas para alcanzar ese virtuosismo utópico.
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