La mañana se presentó serena y apacible, envuelta en un ligero velo de fina lluvia que matizaba el predominante verdor primaveral; el silencio solo era quebrado por el relajante canto de los pajarillos, ajetreados desde que la primera luz se abrió paso con el alba. Desperezado y renovado tras la fría y energética ducha, me dirigí a la cocina para desayunar; mi esposa ya llevaba un buen rato realizando toda suerte de cotidianos quehaceres cuando la saludé con un casto beso en la mejilla, y le pregunté que tal había descansado:
- No muy bien - me contestó.
- ¿Por algún motivo, tal vez? - pregunté estúpidamente y sin demostrar mucho interés, al tiempo que bebía el zumo de naranja natural que ella me había preparado, utilizando el exprimidor manual, dado que es de ese modo como a mi me gusta.
- ¡Ya sabes tú el porqué! - respondió con ese precioso mohín que pone cuando se enfada.
Interrumpí la masticación de la deliciosa tostada de pan integral que amorosamente también mi esposa me había preparado, y con la boca llena - quizá no me entendió bien por ese motivo - volví a preguntarle:
- ¿To posa algu, coreño?.
Ella no respondió, me dió la espalda y abandonó la cocina. Pude entrever cuando lo hacía que unas densas lágrimas corrían por su mejillas, pero no hice ademán de seguirla, ya que antes debía terminar el estupendo desayuno. Lo primero es lo primero...
Al cabo de un rato, dejando todo encima de la mesa sin recoger (a mi esposa le gusta hacerlo personalmente y a mi no me gusta contradecirla), la busqué por la casa, pero se había encerrado en el cuarto de baño. Llamé con los nudillos y dije un par de veces su nombre, pero no respondió, así que le comuniqué, encogiéndome de hombros, que me iba al estudio a leer le prensa - era domingo, el dia del Señor, y yo no tenía que trabajar.
Ya estaba enfrascado en la lectura de un ecuánime artículo de La Razón ensalzando calurosamente la política económica del Gobierno, en el que su autor aventuraba que se necesitarían al menos unos veinte años de gobiernos ininterrumpidos del PP para arreglar el desaguisado que el malvado ZP y su cómplice infiltrado de ETA, el Comando Rubalcaba, habían provocado en la potencia mundial que era la España heredada del abnegado Aznar, el mejor presidente de la Historia, cuando asomó el rostro sombrío de mi mujer por el marco de la puerta. Con unas ojeras muy marcadas y los ojos enrojecidos, me miró fijamente sin articular palabra, y tras un tiempo murmuró de modo casi inaudible:
- Un dia, un dia...me cansaré y....
- ¿Y...? - inquirí poniendo una voz meliflua y haciéndome el sorprendido, en una pose que suelo repetir con relativo éxito.
Sólo obtuve como respuesta el gesto de señalarme directamente con su dedo índice de la mano derecha, mientras sus ojos parecían más acuosos y tristes que nunca. A continuación volvió a marcharse...
Me quedé sentado, sopesando que debía hacer, pero decidí seguir con la lectura - "quizás el mal rollo se le pase planchando o fregando" , pensé para mis adentros. Pero la duda al final me pudo, no quedé convencido con la situación creada, así que opté por corregir mi decisión anterior y me fuí a dar un paseo por el parque de los alrededores de nuestro domicilio, no sin antes pasar atentamente a despedirme...
- ¡Cariño! - le grité desde la puerta - ¡me voy a dar una vuelta...!...¡ah, y quiero comer ese estofadito de ternera que cocinas tan rico...!.
Pero ella no respondió nada...
Al cabo de un rato, tal vez unos quince minutos después, sentí un leve malestar en el vientre. Pensé que podían ser gases y no le dí mayor importancia, pero pasados unos pocos minutos el malestar no disminuyó. Decidí volver a casa y cuando llegué hasta la puerta el malestar se había convertido en un leve dolor...
- ¡Cariño, me encuentro mal! - dije al entrar.
Pero ella no respondió nada...
Me fuí al salón-comedor y revolví los cajones del aparador en busca de algún medicamento.
- ¡Cariño..!...¿Qué puedo tomar para este malestar que tengo en el vientre? - volví a preguntar.
Pero ella no respondió nada...
Me empezaba a poner realmente mal. Cogí el tensiómetro, me senté en mi butacón y respirando hondo traté de tranquilizarme. Me coloqué el brazalete en el brazo izquierdo, puse el artefacto en marcha y seguí atentamente la evolución de las cifras en la pantalla...¡casi me da un síncope!. Tenía 13,8 de máxima cuando habitualmente no suelo pasar de 13,5...por otra parte las pulsaciones me habían subido también...
Comencé a alarmarme...¡Dios Mío...!...¿qué me pasa?. Cerré los ojos e intenté abstraerme...tarareé una alegre cancioncilla para animarme, pero no dio resultado. Volví a tomarme la tensión...¡AHORA LA MÁXIMA MARCABA 13,9!...¿qué voy a hacer? - pensé, ya casi aterrorizado.
- ¡Cariño, estoy fatal...! - intenté gritar pero me salió apenas un hilo de voz.
Ella siguió sin contestar nada...
Me levanté con dificultad para acercarme al dormitorio, pero las piernas me flaqueaban...como pude, casi a gatas, recorrí el pasillo y me detuve delante de la puerta de la alcoba. Apoyándome en la pared me erguí lentamente, reparando en la imagen que el espejo situado al final del pasillo me devolvía: ¡estaba tan lívido como un cadáver!.
Abrí la puerta y a tumbos alcancé la cama. Me eché boca abajo y hundí mi cara en la almohada; sentía dentro de mi cabeza el retumbar del flujo sanguíneo en mis sienes, al tiempo que las náuseas se apoderaron de mi ser. Pasé unos minutos tratando de controlarme, pero mi esfuerzo resultó baldío. Dando traspiés alcancé el cuarto de baño, abrí el grifo del lavabo y me refresqué repetidamente la cara con intención de reponerme; me ví en el espejo con aprensión y apenas me reconocí...¡aquel rostro mortecino, de mirada asustada y con un rictus de terror no podía ser el mío!.
Regresé como pude a la cama, golpeándome con el tocador y cayendo como un fardo a los pies; estaba aturdido, con la mente bloqueada, gimiendo como un niño y sin saber que hacer. Cerré los ojos en un intento desesperado de alejar aquella ominosa sensación que me oprimía y apenas me dejaba respirar. Estuve así unos minutos, boqueando como un pez fuera del agua, hasta que volvieron aquellas malditas náuseas...
Arrastrándome por las alfrombras recorrí la casa, llamando desesperadamente a mi esposa, que seguía sin responderme. Todas las estancias estaban vacías: me encontraba totalmente solo y en un trance de vida o muerte. Apenas era capaz de pensar.
Sentí ruído en la vivienda de al lado, así que haciendo un esfuerzo sobrehumano, animado por la tibia esperanza de lograr ayuda, conseguí abrir la puerta de acceso a la vivienda. La suerte pareció por fin acompañarme, ya que casi de inmediato también se abrió la puerta de los vecinos; estos aparecieron vestidos de gala, él con un traje impecable de color gris oscuro, con una bonita pajarita de color granate, mientras que ella lucía un vistoso vestido en un favorecedor tono de color verde, largo y ajustado en talle y pecho, bastante escotado, que dejaba al descubierto una buena parte de sus generosos pechos. Debían ir de fiesta, pero yo no estaba para jolgorios, de modo que me abalancé hacia ellos en ademán de solicitar ayuda, con tanta torpeza en mi desesperación, que me tropecé y caí, agarrándome a lo que pude - en este caso el vestido de ella - con tan mala suerte que éste cedió, dejando a la vista mucho más que lo que la pudicia aconseja, y por efecto del tirón la derribé, cayendo yo encima, de tal manera que mi cabeza quedó incrustada entre sus voluminosos pechos.
Ella gritó por la desagradable sorpresa y su marido, estupefacto y sin capacidad de reacción, sólo pudo emitir unas incrédulas palabras: "pero...pero...". Yo intenté levantarme, mareado y confuso, y al apoyarme advertí que el suelo parecía ceder como un globo medio hinchado...¡POR DIOS, TENÍA AMBAS MANOS APOYADAS EN LAS TETAS DE LA VECINA!. Balbuceé una disculpa mientras crucé la mirada horrorizada e irritada de mi pobre vecina, cuya dignidad había mancillado, y traté de localizar al marido, que seguía repitiendo como una letanía: "pero...pero...".
Ya de pié me dirigí hacia él, al tiempo que el vértigo, el mareo y las náuseas se apoderaban de mi; vi los ojos del vecino, a medio camino entre la incredulidad y la cólera, alcé los brazos en un ademán de desvalimiento, necesitado de asirme a algo, y antes de que el vecino pudiese reaccionar descargué mi vómito sobre él, tan aparatosamente que lo dejé bañado de pies a cabeza. "PERO...PERO..." fué lo último que oí, antes de caer desvanecido como un fardo sobre el infortunado y ya asqueado vecino.
Cuando recuperé el conocimiento tenía la visión borrosa; estaba en cama, posiblemente en mi dormitorio y ladeé la cabeza para comprobar si estaba acompañado. Intenté focalizar un rostro cuyos contornos parecían los de mi esposa; poco a poco la vista se me fué aclarando y ya pude ver su cara angelical, mirándome con desaprobación. Le sonreí, pero la sonrisa se me quedó de inmediato helada, al tiempo que un escalofrío me recorrió el espinazo:
- Solo vengo a decirte que me voy, ¡ NO TE AGUANTO MÁS!.
Me quedé petríficado, sin posibilidad de réplica. ¿Qué mosca le habrá picado?. No podía entender los motivos que le habían llevado a tomar una decisión tan drástica, ¡yo, que todo lo hacía por ella!, ¡yo, qué tanto la quise!...y el caso es que de nuevo me estaba volviendo la desagradable sensación de malestar en el vientre...¡POR DIOS!.
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A mi no me extraña, pobre Puri, se veía venir, con todo lo que tuvo que aguantar.
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Estos síntomas son realmente preocupantes pero para saber exactamente lo que te pasa sería importante que en la próxima crisis te tomes la temperatura corporal por vía rectal, mientras permaneces sentado en una silla, preferiblemente de madera dura, apretando con fuerza los glúteos.
Además será la única forma de que Puri entienda que realmente estás mal y tome medidas para curarte, no sé, quizás encerrándote en alguna institución psiquiátrica.....
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Que lástima!
Que necesidad había de llegar a esos extremos, con lo fácil que le hubiera sido a la pobre Puri mandarte a tomar por culo cuando aún
Continuo
... Cuando aún estabas medio normal; ahora sería una cobardía por su parte dejarte en este lamentoso estado en que te encuentras.
Si aún no se fue, dile que aguanté un poquito más que ahora ya queda menos para que te ingresen, y que mientras tanto que cuente con nuestra ayuda, al fin y al cabo no eres mal tío y los amigos estamos para eso.
Américo haz un cuadrante y dinos que días y horas nos tocan a cada uno para darle un
Otra vez continuo, esto de escribir en cama aún no lo domino
Pues eso hay que darle un poquillo de descanso a esa pobre mujer.
ÁNIMO PURI ESTAMOS CONTIGO Y TE ENTENDEMOS
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Joder tio, al fín te estás comprendiendo. La explicación está en el pasado y el posible futuro.
Te debes centrar en el estudio de la cliodinámica, pues de una forma gráfica y fácil te explica todos los acontecimientos que has tenido y tendrás. Te has centrado en exceso en el estudio de piedras catedralicias y monacales y, claro, esto pasa factura.
Explícale a Puri que lo tuyo es solo teórico, que nunca llevaras a buen puerto todos tus pensamientos y elucubraciones.
Esperamos sin aliente la segunda parte.
Abur, me voy a Aldan