20 julio 2013

UN VISIONARIO


Esta escultura barroca de Vincenzo Rossi forma parte de la serie "Los trabajos de Hércules" que acompañan al "Genio de la Victoria" de Miguel Angel Buonarroti en los salones del "Cinquecento" del Palazzo Vecchio de Florencia. Concretamente representa a Hércules luchando con uno de los caballos de Diomedes (aunque en la mitología griega realmente eran yeguas que comían carne humana).
No cabe duda de que Rossi (1525-1587) fué un visionario, pues plasmó en su tiempo con asombrosa fidelidad, uno cualquiera de los lances que se producen en los partidillos de futbito entre Chorons y Brasileiros...

PROPIEDAD PRIVADA


La curiosa fotografía está tomada en la Azienda Agrícola Montebelli, una especie de hotel rural donde compartimos habitación con una salamanquesa. Era de noche y las avecillas dormían tan plácidamente que no repararon en nuestra presencia. A primera vista un gorrión y un vencejo, ¿o tal vez una golondrina?, descansan tras el trajín del ajetreo diurno de sus vuelos. Una mirada más atenta nos indica que mientras el gorrión, en un plano inferior, permanece sobre la parte superior de la puerta, la otra ave se acomoda dentro del confort y bienestar de un nido, en una zona más elevada. Una mirada todavía más minuciosa nos reporta la existencia de un segundo nido, a la derecha de la imagen, vacío, cuya propiedad cabe atribuir, como el primero, al ave migratoria. Deducimos que ésta los ha construído y que ha preferido, sabe Dios por qué motivo, el primero de ellos.
Ya tenemos el concepto de propiedad privada: el ave que construyó los nidos es la dueña de estos, mientras el pobrecillo gorrión, cuyos trinos son tan agradables, no tiene ninguno. El gorrión podría efectuar una oferta de compra, tal vez una fuerte suma de dinero, para optar a hacerse con la propiedad del nido, pero también podría toparse con la negativa de su vecino, que se niega a vender. Como alternativa más económica a corto plazo, podría solicitar precio en alquiler del apetecible hogar, pero también en ese caso cabría la posibilidad de que el dueño lo reservase para su uso personal como segunda vivienda o lo tuviese a disposición de algún familiar, ausente en esos momentos. No cabe duda de que el gorrión lo tiene complicado: se ve claramente por su aspecto que no es un gorrión pudiente, es más bien un pajarillo de poca pluma, de vuelo de baja altura, y quizá solo pueda ofrecer su propio trabajo por cuenta del otro congénere. La cosa pinta mal...puede acabar esclavizado laboralmente, en unas condiciones denigrantes, a merced de los caprichos del dueño del nido, o lo que es peor, acabar explotado sexualmente por la otra ave o los amigos de ésta...
Lo que queda claro es que el vencejo, ¿o es una golondrina?, descansa feliz y relajado, amparado por los derechos inalienables e inviolables de su propiedad privada, con la seguridad jurídica reconocida por la ley de los usos y costumbres. Está en una posición de superioridad con respecto al gorrioncillo, que cantará muy bien, pero no es nada previsor ni habilidoso en esto de trabajarse un futuro mejor.
Sabemos que ambas avecillas no están nada puestas tanto en materia contractual como de derecho, bastante tienen con haber aprendido a volar y ganarse la vida a la procura de insectos, arácnidos, gusanos y otros bocados que llevarse a su propio gaznate o tal vez a los de su progenie...todo lo que antecede, es obvio, es un recurso retórico, un episodio prosopopéyico inventado. Las aves no son tan retorcidas como los humanos, se mueven por instinto, no de manera racional...pero la imagen, sin duda, resulta un tanto inquietante...