30 agosto 2012

EL BEBEDOR SOLITARIO



Decir que el mundo está pasando malos momentos es decir una estulticia; un repaso a la historia nos mostraría de inmediato que nunca hubo sosiego en la evolución, especialmente en lo que concierne a la vida desde la aparición de los humanos. Desde el invento del capitalismo, cuyos antecedentes algunos expertos sitúan en el renacimiento, cíclicamente han aparecido las crisis económicas, siempre resueltas de manera desequilibrada, provocando que la riqueza paulatinamente se vaya concentrando en manos de unos pocos y asentando de ese modo las bases para una próxima crisis. La historia (económica) se repite, sobrevuela en círculos concéntricos.
Algo de lo anterior debió intuir el personaje de la imagen, quien decidió largarse bien lejos a disfrutar de la vida, olvidándose de los sinsabores laborales, económicos, sociales y familiares. Un buen día tomó la iniciativa de vestir cómodo, o lo que él entiende por cómodo, que en realidad es vestir, calzar y cubrirse la cabeza de manera zarrapastrosa, o simplemente no vestirse, y agarrado firmemente a un vaso o copa generalmente colmado de bebidas alcohólicas, lanzarse a pormenorizadas disertaciones sobre temas variados, repetitivos y cansinos, dirigidas a un público cada vez menos predispuesto a escucharlas.
Ahi tenemos la prueba, delante de nuestras narices. El hombre parece haber sido repentinamente descubierto en uno de sus refugios de soledad y con expresión de sorpresa o desconfianza, o ambas cosas a la vez, mira a la cámara como inquiriendo al desgaire: "¡Cagondiós!, ¿es que estos cabrones no me van a dejar tranquilo nunca?...", Puede que esté pensando eso u otra cosa, si realmente tuviese esa facultad racional, o puede que más bien tenga la mente en blanco, que es una elegante manera de decir que no está pensando en nada, o directamente que no piensa.
Bajo el techado cubierto de paja, al aire libre, tan exótico y evocador de ensoñaciones y descansos, llama la atención la falta de vello de su cuerpo, o al menos se la llama a alguno, probablemente como consecuencia de que a ese "alguno" le sucede exactamente lo contrario: tiene vello en todo su cuerpo. No es extraño por tanto que la mirada a esa peculiaridad del físico del hombre de la imagen se asemeje a la que pueda tener un peludo orangután delante de la piel lisa de un cachalote: en esa situación, al orangután no le llamaría la atención el tamaño o el hábitat o la vida social del otro mamífero, sino la falta de vello, en una lógica pura.
Pero no divaguemos y volvamos a la fotografía: el hombre, en un plano medio, sentado y acodado cómodamente, la mirada como enfurruñada, defendido del sol por el exótico techado hecho de blanca madera, rodeado de mesas y sillas blancas con asiento azul, asido a un vaso lleno de un líquido oscuro (probablemente coca cola), con el torso exento de pelambre y una cocorota en la que desde hace tiempo el pelo ha emprendido una apremiante retirada, mira sorprendido, o extrañado, o con un punto de cabreo a la cámara, mientras en un segundo plano observamos las sombrillas, la arena blanca de la playa, el azul del mar, el buque con el que ha realizado el crucero por el Egeo que le condujo hasta esta isla de las Cicladas y más al fondo otro crucero aproado, delante de la otra parte de la isla, u otra isla, ¡vaya Vd. a saber o recordar!. El hombre se acaba de dar un baño en las azules aguas y ahora descansa del esfuerzo realizado: hay que caminar por la arena bajo el tórrido sol, hay que efectuar sincronizados movimientos para despojarse de la camiseta y las chanclas, hay que volver a desplazar la masa corporal, constantemente bajo el insolente e inclemente sol hasta alcanzar la orilla; posteriormente hay que aclimatarse al líquido elemento, flotar y deslizarse en la dirección elegida consciente o inconscientemente y una vez acabado el baño repetir el proceso en sentido inverso, incorporando al repertorio unos nuevos movimientos sincronizados destinados al secado del cuerpo, que si bien resulta más fácil en un individuo exento de vello, supone siempre un indudable esfuerzo. Todo ello, como es obvio, implica un fuerte consumo calórico que debilita al más pintado, y este individuo, por pelirrojo, efectivamente aparenta estar más pintado que otros. De ahi puede provenir la razón de su aspecto hosco o molesto. "Do not disturb" parece llevar escrito en la amplia, arrugada y morena frente.
La realidad, sin embargo, por sorprendente que parezca, no es la del bebedor solitario que hemos relatado: muy al contrario, el personaje en cuestión simplemente es captado por uno de sus amigos en una imagen distendida, efectivamente tras un delicioso baño grupal en aguas del Egeo, en una tarde de un dia de un mes de junio, en una cálida playa de la isla de Mykonos. Por sorprendente que parezca su aspecto es el habitual y sus amigos se han habituado a ello; él ya se había habituado antes, tras acaloradas discusiones con su imagen reflejada en el espejo. Su ya larga experiencia de vida (no vamos a incidir en la espinosa cuestión de su edad), ha forjado en él al descreído, al reticente, al irónico. Su personalidad está alimentada por la evidencia, lo demostrable, lo racional a su manera, lo palmario: no es amigo de veleidosas inquietudes culturales. Sus preferencias son claras: eventos lúdicos, cachondeos variados, sesteo y fiesteo, en definitiva el perfil galaico/español. Esto no quiere decir en absoluto que no nos encontremos ante una persona seria, leal, cumplidora, laboriosa, hospitalaria, respetuosa, que por supuesto lo es, solo que "prefiere" o antepone lo banal como un sistema de rebajar las tensiones y golpes que le ocasiona el vivir. Nadie está libre de problemas, como el bien ha tenido ocasión de padecer. Así que dejémosle reposar en esa posición de repantigamiento y procuremos que siga disfrutando de la reparadora vida del crucerista ocasional.
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!!Joder¡¡ te devuelvo el correo, primero no se que significa estulticia y supongo que si es buena será siempre aplicable al autor del articulo y, segundo, no tengo tiempo de leer. Me voy de viaje.
A la hora que escribes estas proclamas, que debian ser de viva voz, por que no ves alguna telenovela?
Abur

Esta si que es la prima de riesgo …



Esta si que es la prima de riesgo …
Es posible que alguien con más calidad literaria prosiga el comentario?
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Querido Leo:
He tardado en contestar por dos motivos, a saber...
1)  El comentario que viertes en tu invitación ("...alguien con más calidad literaria...") es un taimado cebo destinado a hacer caer en la trampa al que conteste, pues quedará retratado por su autoproclamación de persona con condiciones mejores que las tuyas para elaborar un texto. Lamentablemente, como las insaciables fanecas viendo girar a su alrededor los apetitosos bocados de miñocas, no me he podido resistir a entrar al trapo y aqui estoy, tras haber mordido el anzuelo, expuesto al escarnio público. Espero que seas comprensivo y benévolo conmigo. 
2) La visión de la fotografía me mantuvo largo rato extático, pretendiendo comprender lo que mis ojos contemplaban, en una incesante búsqueda de explicaciones racionales que me devolviesen a la normalidad, si por normalidad se puede entender mi habitual estado natural en el que interactúo con mi entorno.
Recobrada aparentemente mi normalidad debo decir que efectuando un recorrido visual a la...o al...o a lo...¡bueno,lo que sea...!, iniciando el mencionado recorrido visual desde arriba, estaríamos ante una persona de espaldas a la cámara, frente a una ventana vestida con una cortina bicolor de franjas verticales béticas, que la persona entreabre, provocando que un chorro de luz inunde la estancia donde se ubica, en un bonito efecto que contrasta y recorta su silueta. El cabello lacio, presumiblemente negro, cae sobre unos hombros desnudos visiblemente más anchos que las caderas del personaje. Los brazos, un poco separados del cuerpo y doblados, ya que como se dijo la,o él, o lo está entreabriendo con sus manos las cortinas, se ven hasta los codos y no aportan mucha información: delgados y poco musculados, es todo lo que podemos decir.
La espalda, desnuda en buena parte, está cruzada en su parte superior por unas delgadas tiras que sujetan un vestido verde champán brillante, largo y de fiesta. Intuimos que la parte delantera del vestido poseerá un escote romboidal, pero no lo podemos afirmar. Las caderas, estrechas como se dijo, tienen continuidad en unas piernas que se perfilan constrastadas por la luz, y que se adivinan delgadas, confirmando el aspecto afeminado pero poco voluptuoso.
A contraluz se aprecia, entre las piernas, el final de un objeto largo y cilíndrico, rematado en una especie de capuchón. Es posible que se trate de la parte inferior del tirador de madera que sirve para arrastrar la cortina con más comodidad, y que la, o el, o lo, tapa con su cuerpo.
Pero bueno, también puede tratarse de otra cosa... 
En cuanto a la prima de riesgo, lo primero es un parentesco, pero no acabo de entender el porqué del apellido... 
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!!Joder que pandilla¡¡ Menos mal que en este mundo ya no quedan muchos amigos.
Riesgo no es un apellido, es realmente un posible problema físico y solamente es a modo de aviso.
Estoy deseando, ansioso, impaciente,anhelante, que por fín os llegue el día más ansiado,!!vuestra jubilación¡¡.
Pasaré el día visitando los Stand de pintura y librería en busca de la firma de mis afamados amigos. Por desgracia, para entonces yo seré mas viejo.
Orrevoire(au revoir)

UNA IMAGEN CON EQUIVOCOS



Estamos ante una curiosa fotografía.
El autor capta una imagen dispersa, coral y en varios planos, tomada casi al albur, como si intentase englobar varios sucesos al mismo tiempo. Parece una fotografía de reportaje, no al alcance de cualquiera. Es posible que el autor refleje en su obra su propio caracter: disperso, nervioso, inquieto, ligeramente desenfocado, queriendo abarcarlo todo en su vida, atendiendo a todo a la vez y a nada en particular. Quizá se trate de una de esas personas que ante la torre de Pisa desatiende la mirada hacia el monumento y se centra en lo accesorio, fotografiando la hilera afanosa de hormigas que incesante y laboriosamente transporta víveres para el mantenimiento de la colectividad. "Fotografío lo que veo" nos diría en un tono ligeramente airado, vehemente, con un puntito de autoridad o de mala leche. Otras miradas son posibles. "Hormigas en la Toscana"  llamaría a su obra que expondría en una muestra retrospectiva (siempre lo son), si esa posibilidad estuviera a su alcance. Como está oculto tras la cámara, sigamos manteniéndolo en la sombra y no aportemos más pistas sobre él.
Ahora centrémonos en la fotografia: En primer plano, también ligeramente desenfocado, un rostro conocido hace su aparición. Se trata de un hombre del que conocemos algunos rasgos de su personalidad que pueden no ser concluyentes: habla poco, en su opinión tal vez lo necesario, acostumbrado como está a decir más con sus silencios que con sus palabras; de lo poco que dice mucho es ininteligible, críptico, marcado por su código personal. Se puede decir que como los antiguos egipcios se expresa mediante jeroglíficos, empeñado tal vez debido a su timidez en protegerse y no exponerse demasiado a los demás. Un hombre celoso de su intimidad.
El hombre no mira a la cámara; con la cabeza ligeramente girada a su derecha e inclinada hacia delante sus ojos entrecerrados escudriñan en la misma dirección : parece tomar distancia. El gesto puede parecer hosco, quizá excesivamente serio, casi hostil, remarcado por la mueca de su boca entreabierta, casi mostrando los dientes, pero sólo es la apariencia. Su renuencia a ser fotografiado se asemeja a la de los integrantes de esas tribus indígenas que piensan que les van a robar el alma. El hombre huye del protagonismo y sin embargo se trata de un ser esencialmente social que disfruta con la compañia de los demás. Nos atreveríamos a decir que tras la fachada tosca que exhibe se esconden importantes valores como la lealtad, la solidaridad, la honestidad y el sentido del honor. Pero es mejor que no añadamos más, ya que no le gusta que hablen de él: es muy pudoroso como ya se dijo.
Pasemos al curioso segundo plano, donde se producen nuevos equívocos. De inmediato detectamos, en el flujo de personas en movimiento, al hombre que lleva la voz cantante. Nos referimos, claro está, al hombre del bigote tocado con la gorra de visera, que con su aire marcial e imperioso señala hacia un punto indefinido hacia el frente, levemente también hacia arriba, o quizá sólo eleva el brazo con el índice extendido para señalar su posición en el planeta  Puede estar diciendo "vamos por ahí", o bien "ése es el camino", o tal vez "eh, estamos aqui" o cualquier otra frase, eso no es lo relevante. Lo realmente importante es el efecto que consigue en los demás, a los que arrastra con su autoridad a mirar hacia el punto indefinido, o volverse o girarse para mirarle a él, incluídas las personas que no forman parte de su grupo. Cuando levanta el brazo es difícil llevarle la contraria, cuestión que también suele suceder cuando levanta la voz. El hombre del bigote también es persona conocida, aunque asimismo desconozcamos muchos aspectos de su personalidad. Como en el caso del hombre del primer plano es tremendamente celoso de su intimidad, que protege a brazo partido, pero con una táctica muy distinta: éste habla mucho de todo y transmite siempre información fidedigna, bien documentada.También habla mucho de si mismo, o de lo que hace o ha hecho, que al final viene a ser hablar de si mismo, pero sin aportar nada esencial: nunca se descubre, siempre guarda la llave del cofre que contiene su sensibilidad, no desea mostrarse, no quiere que le hieran. Acastillado, rocoso, duro, consiente tan sólo con la ironía que exhibe en sus intrincadas polémicas a expresar sus opiniones, que manifiesta de manera histriónica, con el evidente objetivo de desviar la atención hacia otros derroteros, quedando su tesoro a resguardoa. Él suele manifestar que actúa por instinto, con lo primero que le viene a la mente, con lo que le dicta el corazón, o con ambas cosas a la vez, primariamente, pero eso no es totalmente cierto: a menudo recapacita, repasa sus actos, analiza metódicamente, filtra y llega a conclusiones y trata en el futuro de no actuar tan directamente, otra cosa es que lo consiga . No vamos a detenernos en hablar de lo que no nos muestra de si mismo, es dificil saberlo, pero sabemos de su franqueza, su compañerismo, su inteligencia, su bonhomía, su hospitalidad, su sentido del humor...aunque es preferible, también en este caso, no añadir nada más a lo comentado, no vaya a ser que molestemos al aludido.
Volvamos a la fotografía: efectivamente estamos ante un equívoco. El hombre del bigote sólo se está dirigiendo a algunas de las personas que forman su grupo y obviamente no ordena nada, tan solo señala algo a los demás. La instantánea está tomada en Mykonos, tal como podemos deducir por el ir y venir de los turistas por el paseo adyacente a la playa, los barcos de pesca y recreo de la isla y el crucero del fondo. Los bellos tonos azules del agua y el cielo lo confirman.
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Pues yo creo que es Lago pasando calor...
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Lago lo que hace es vigilar el incendio de los coches en Bembrive, por si llega a el. Por cierto, dame de baja del equipo, no quiero que me suceda lo mismo.
!!Ha no¡¡ déjalo, aparcamos en Beade.