Esta frase, en ocasiones, se utiliza en forma negativa: decimos, por ejemplo "yo no trabajo por amor al arte", dando a entender que uno no trabaja sin esperar una oportuna compensación. Estamos tan acostumbrados a actuar cuando esperamos un beneficio, que nos sentimos sorprendidos cuando una persona actúa de manera desinteresada o altruista, y muchas veces ese tipo de comportamiento nos inspira desconfianza.
Sin embargo, siempre han existido personas que han sido generosas en su dedicación, sin necesariamente buscar nada a cambio. Es el caso de Giorgio Vasari (Arezzo,1511-Firenze, 1574), artista toscano multidisciplinar como muchos de su época, que destacó como pintor, arquitecto y escritor. LLevó a cabo la reforma (y pinturas) del Salón de los Quinientos en Florencia (en la fotografía), la Galleria de los Uffizzi, y el famoso corredor que une el Palazzo Vecchio con el Palazzo Pitti, pasando por los Uffizzi y el Ponte Vecchio, sobre el rio Arno:
Sus pinturas están presentes también en Roma:
en varias salas vaticanas.
Como escritor su aportación desinteresada fué fundamental para el conocimiento del arte italiano y renacentista en particular, a través de su obra "Vida de los más sobresalientes arquitectos, escultores y pintores".
Se puede decir pues, que Vasari si trabajó "por amor al arte".