
Estabamos ya en la playa de La Franca.Habíamos comido horriblemente en el restaurante del hotel,pero afortunadamente las vistas habían compensado la mala calidad de las viandas.Situado encima de la playa,se divisaban los dos salientes verdosos que la protegían del oleaje del cantábrico,por lo que el color blanquísimo del arenal pasaba al turquesa de las aguas transmitiendo una agradable sensación visual,preludio del baño que nuestros cuerpos estaban deseando.
Por el lado izquierdo desemboca el río del mismo nombre,provocando que en las bajamares la playa,aplacerada,sea un destino habitual de familias,ya que el baño no presenta peligro para los niños.En la parte derecha hay un camping,muy concurrido en verano.
Tras el refrescante baño,comentamos nuestra visita a Covadonga y los lagos.Temprano,aprovechando el frescor matinal,salimos de Xixón,atravesamos los numerosos túneles horadados en los montes y en la salida de Ribadesella tomamos la comarcal que lleva a Arriondas.La carretera discurre al lado del rio Sella y numerosos reclamos publicitarios hacían referencia al descenso que se lleva a cabo el dia 9 de agosto.El paisaje es muy agradable,entre las estribaciones de las cadenas montañosas que circundan los Picos de Europa.En Arriondas nos desviamos hacia Cangas de Onís y ya a la altura de esa bonita población tomamos la subida a Covadonga.
La visita al Santuario parecía una romería.Gente llegada de todas partes abarrotaba con sus vehículos los aparcamientos,insuficientes para soportar tal avalancha.Hasta a Don Pelayo se le veía preocupado por el tremendo aluvión.Aparcamos en la parte trasera del edificio anexo,al lado de un campo de baloncesto-balonmano-futbito,y sentí un puntito de añoranza.Ya en la esplanada nos dirigimos primero a la Iglesia.La gente transmitía una inquietud inusitada,y numerosas personas discapacitadas se esforzaban en llegar rápido al Santuario elevado en homenaje a la Santina.Al parecer,el personal suponía que si se había obrado el milagro de que allí se hubiese casado David Bustamante,también era bien posible que la Santa les curase de sus dolencias,o bien les concediese algún otro favor.
A continuación nos dirigimos a la gruta excavada en la roca,que conduce a la cueva donde se supone que se produjo la santa aparición.Tuvimos que emplearnos a fondo para no ser derribados y pisoteados por las hordas de exhaltados creyentes.La cola era interminable y un joven aspirante a beato controlaba al personal por megafonía.Tras unos veinte minutos de espera entramos en la cueva.A la derecha se halla la tumba del Rey Pelayo.Puri y yo echamos de menos los siempre apropiados y rigurosos comentarios de Leo y Josantonio acerca de la verosimilitud de tal afirmación,pero una placa asi lo decía.En todo caso no debía medir más de 1,40 metros,a juzgar por el tamaño del sepulcro.A pocos pasos,la Virgen,patrona de Asturias,que ya se sabe que es España,y el resto tierra reconquistada,aparecía adornada con flores en un sencillo altar,a tono con la cueva.
Tras consulta en el puesto de información supimos que a partir del primero de agosto la subida a los lagos solo se podía realizar con la preceptiva autorización,por lo que no tendríamos mejor oportunidad que aquella para,por tercera vez en nuestras vidas,visitarlos.Allá fuimos,formando parte de un mar de coches de todas las procedencias,nacionales y extranjeras,ya que la mañana estaba radiante y todos tuvimos la misma idea.La subida es como relatan en los finales de etapa de La Vuelta con aquel maravilloso puerto.Se inicia entre un frondoso arbolado hasta el mirador "De los Canónigos",para al cabo de un rato transitar la famosa "Cuesta de la Huesera",donde invariablemente se producen los ataques definitivos de los ciclistas.Más adelante nos encontramos con el mirador "De la Reina",obligado lugar de parada,y tras la bella contemplación del paisaje,la espectacular subida final hasta el Lago Enol.Todo esto entre ganado vacuno,que acostumbrado como está a la presencia humana,pasan de todo y detienen la caravana de vehículos.Por cierto,las vacas son de raza "roxa",equivalente a nuestra "rubia galega",pero de carne más dura y menos sabrosa,como bien tuve la ocasión de comprobar.Dado que en el mencionado lago la densidad de tráfico era superior al tramo de autopista Vigo-Rande y el número de coches presentes en el aparcamiento habilitado era anormalmente elevado,decidimos no parar y desistir de subir al otro lago,contentándonos con las fotos de rigor,demostrativas de que habíamos estado allí.
Nuevamente entre los ejemplares de bovino y formando parte de la caravana descendente,disfrutamos del paisaje y compadecimos a los que subían esperanzados.Nos quedamos con las ganas de volver y hacer una visita como debe ser,con menos presencia humana,ya que la majestuosidad del paraje lo merece.No tiene un rio con una sola orilla,ni un mirador como el de A Curotiña,pero es bien bonito.
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Ediciones El Pedal
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