19 agosto 2008

EL MAESTRO JAMONERO


Sucedió con ocasión de uno de los partidos de la fase final de la Eurocopa.Si mi ya maltrecha memoria no me falla fue en la eliminatoria contra Rusia,a la que ya se había ganado en la previa.Gentilmente,una vez más,Loli y Jose nos citaron en su casa,y tras los saludos de rigor comenzamos a "calentar" el ambiente previo al encuentro.De pronto reparé en un hombre que,alejado del bullicio,permanecía de pie en una esquina de la mesa del comedor.De aspecto serio,sin llegar a ser severo,tenía un aire familiar,pero no lo reconocí.Medía unos 1,73 m,peso aproximado 75 kg,complexión semi-atlética,si bien una ya notoria curva reinaba en su zona ventral,denotando su muy probable inclinación por la degustación culinaria,el buen vino y los chupitos.Su tez era blanca,tirando a colorada y el gesto un tanto adusto,reflejaba un aparente caracter reservado y bronco.Su rostro,de mirada franca,se coronaba graciosamente con una alopecia galopante que únicamente dejaba vestigios de un cabello de aspecto rojizo que luchaba denodadamente por mantenerse a flote.De su vestimenta mejor no hablar,por inadecuada,impropia e incluso hortera.Baste decir que la remataba con unas playeras de muy mal gusto,que dejaban al descubierto sus horrendos pies.

Este desconocido,ligeramente encorvado,se afabanaba con gran concentración delante de un jamón que yacía inerte sobre la mesa,sujetado por un artefacto de madera diseñado muy acertadamente para el efecto.Con intensa dedicación sus manos alternaban el uso del cuchillo corto y el largo con precisión de cirujano.Con una cadencia de reloj,las lonchas iban siendo depositadas amorosamente en unos platos blancos,que destacaban el color,la textura y la perfección del corte.Su evidente profesionalidad sugería que aquel hombre era depositario de una sabiduría artesana,remontada generación tras generación tal vez a siglos.La destreza de sus movimientos me mantuvo atrapado en su contemplación durante un buen rato,admirando el primor de su trabajo.

Desconozco cuando se marchó,y pensé que tal vez alguno de los asistentes lo había contratado para darle lustre al magno acontecimiento deportivo.Ya iniciado el partido lo olvidé,pero una vez finalizado,sentado a la mesa en la cena,tuve la oportunidad de saborear aquel manjar delicioso y comenté su excelencia con los amigos.Todos dijeron que lo había cortado Josantonio,pero yo sé que no lo soñé y el evocador recuerdo efimero de aquel maestro jamonero me acompañará toda la vida.

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2008 Ediciones El Pedal

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