
-¡No,no y no!-gritó el hombre.
La mujer lo miró con los ojos entrecerrados,con un rictus de odio reconcentrado que no escapó a ninguno de los presentes.El hombre,sorprendido por su propia actitud,alzó el cuello como un gallo,como queriendo demostrar su valor,pero tras mirar a su alrededor las caras preocupadas de los demás,se volvió hacia la mujer,que estaba a punto de explotar y trató de arreglar el asunto:
-Bueno cariño,¡si te parece bien,claro!.
Esa era la señal de debilidad que ella estaba esperando.De inmediato se levantó,se despidió de todos con un gesto vago y dirigiéndose a su marido le espetó un seco:
-¡Te espero en casa!.
Petrificado y hundido el hombre no sabía como reaccionar o que decir.Notó la flojedad de sus piernas,la boca seca y la falta de aire a su alrededor.Un reflujo amargo ascendió por su garganta y degustó una vez más el sabor de la derrota.No sólo había perdido la batalla,sino que llevaba años,tal vez toda su vida,perdiendo la guerra.Buscó las miradas de compadecimiento de sus amigos en busca de refugio y encontró las caras de los que con gran congoja acuden a un funeral.Se levantó lentamente,dijo adiós con la mano y entre bienintencionadas,pero inútiles palabras de ánimo se marchó.
De camino a su casa fué repasando su vida desde el dia de su matrimonio.¡Con cuánta alegría y esperanza se había presentado él en la iglesia!.Recordaba vívidamente los bancos adornados con flores,el orgullo de ir del brazo de su madre hacia el altar,al son de los compases de la marcha nupcial de Mendelssohn-Bartholdy,las caras de los invitados,expectantes y sonrientes,volviéndose a su paso...........Pero sobre todo recordaba el vuelco al corazón al contemplar a la mujer que había elegido como compañera para el resto de su vida.Con aquel precioso vestido blanco,rematado en una larga cola.Aquel corpiño que destacaba su busto y su cara,tierna,radiante,que parecía de una diosa.En aquel momento él fué el hombre más feliz sobre la tierra.
Ahora,sin embargo,en su vida sólo había reproches.Nada de lo que el dijera o hiciera la satisfacía.Ella solo era feliz dentro del mundo de El Corte Inglés y sus boutiques.Siempre tenía que ir a las reuniones que ella decía y cuando se lo decía.Tenía que hacer exactamente lo que ella quería,y aún así nunca estaba contenta.Raramente podía quedar con sus amigos y cuando lo hacía,siempre acompañado por ella,tenía que soportar sus bostezos,sus comentarios improcedentes y sus salidas de tono.Por eso hacía un rato,haciendo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban intentó rebelarse.Inútilmente.
Lleno de amargura llegó a su casa,cogió su perro y decidió ir a por tabaco.
Hace más de tres meses que nadie sabe nada de él,ni del perro tampoco.
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