pre-jubilado, etapa en la que después de unos meses no se sabe que hacer todo el día, porque :
--no puede hacer lo que ha estado haciendo los últimos 30 años.
--no se puede levantar a la 7:00 AM para ir a trabajar.
--no puede estar todo el día hablando amigablemente con los clientes sobre las comisiones.
--no puede ir a trabajar los sábados, y sobre todo
-- porque no puede intercambiar información financiera con el Zona de turno.
Con estas tristes perspectivas se propuso al menos alegrarnos los fines de semana, recordemos el cocido del otro día en su casa, pero la cuestión no era tan sencilla después de ver como había dejado el listón Vicente con su excursión por el País vecino, y entonces Voilá .. se le ocurrió, ¡UNA MARCHA!
Para los profanos, una caminata, una excursión, un paseo por el monte, una oportunidad de ponernos en contacto con la naturaleza.
Tenía que organizar todo perfectamente:
** 1 ** Buscar participantes.
Después de pruebas exhaustivas, las parejas elegidas fueron Ana-Alberto y Maika-Américo, además de los ya profesionales Conchi-Leo.
** 2 ** Marcar el recorrido.
Para evitar que los participantes pudieran perderse, Leo (personalmente) se encargó de marcar todo el recorrido con un tubo de dimensiones razonables, dada la edad (y la vista), de los participantes.
Y así 11 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. Desde luego, puedo asegurar que nadie se perdió.
Eso si, quizás se le fue la mano en el diámetro del tubo. En la siguiente marcha, propongo pedirle el GPS a Jose Antonio.
** 3 ** Avituallamiento
Evidentemente, toda excursión que se precie necesita de un lugar adecuado para poder reponer fuerzas, y descansar de la manera más relajada posible, un Parador, un hotelito, un bar, una mesa. Sin embargo, la organización, después de estudiar varias alternativas, escogió las cómodas aceras de la presa de Eiras como primera parada.
Y para el regreso una paradiña en el camino, en el verde césped plantado el otoño pasado por Leo.
** 4 ** EL FINAL.
Y después de los citados 22 Kilómetros para que todo fuera perfecto, solo faltaba el final de recorrido, y dado que todo el trayecto había sido llano y facilón, nada mejor que una cuestecita para terminar. (Jod.. ) unos trescientos metros de cuesta con una pendiente del 40% con surcos que el agua había ido esculpiendo a lo largo de los siglos, surcos en los que si por desgracia metías el pie, solo sacabas un esguince, o directamente el muñón.
** 5 ** Conclusiones.
Después de escudriñar por los rincones y hacer algunos retoques en las fotos, puedo asegurar que valió la pena.
Sobre el estado de salud en que llegaron los componentes del sexo llamado fuerte, mejor ni hablar.