30 agosto 2012

UNA IMAGEN CON EQUIVOCOS



Estamos ante una curiosa fotografía.
El autor capta una imagen dispersa, coral y en varios planos, tomada casi al albur, como si intentase englobar varios sucesos al mismo tiempo. Parece una fotografía de reportaje, no al alcance de cualquiera. Es posible que el autor refleje en su obra su propio caracter: disperso, nervioso, inquieto, ligeramente desenfocado, queriendo abarcarlo todo en su vida, atendiendo a todo a la vez y a nada en particular. Quizá se trate de una de esas personas que ante la torre de Pisa desatiende la mirada hacia el monumento y se centra en lo accesorio, fotografiando la hilera afanosa de hormigas que incesante y laboriosamente transporta víveres para el mantenimiento de la colectividad. "Fotografío lo que veo" nos diría en un tono ligeramente airado, vehemente, con un puntito de autoridad o de mala leche. Otras miradas son posibles. "Hormigas en la Toscana"  llamaría a su obra que expondría en una muestra retrospectiva (siempre lo son), si esa posibilidad estuviera a su alcance. Como está oculto tras la cámara, sigamos manteniéndolo en la sombra y no aportemos más pistas sobre él.
Ahora centrémonos en la fotografia: En primer plano, también ligeramente desenfocado, un rostro conocido hace su aparición. Se trata de un hombre del que conocemos algunos rasgos de su personalidad que pueden no ser concluyentes: habla poco, en su opinión tal vez lo necesario, acostumbrado como está a decir más con sus silencios que con sus palabras; de lo poco que dice mucho es ininteligible, críptico, marcado por su código personal. Se puede decir que como los antiguos egipcios se expresa mediante jeroglíficos, empeñado tal vez debido a su timidez en protegerse y no exponerse demasiado a los demás. Un hombre celoso de su intimidad.
El hombre no mira a la cámara; con la cabeza ligeramente girada a su derecha e inclinada hacia delante sus ojos entrecerrados escudriñan en la misma dirección : parece tomar distancia. El gesto puede parecer hosco, quizá excesivamente serio, casi hostil, remarcado por la mueca de su boca entreabierta, casi mostrando los dientes, pero sólo es la apariencia. Su renuencia a ser fotografiado se asemeja a la de los integrantes de esas tribus indígenas que piensan que les van a robar el alma. El hombre huye del protagonismo y sin embargo se trata de un ser esencialmente social que disfruta con la compañia de los demás. Nos atreveríamos a decir que tras la fachada tosca que exhibe se esconden importantes valores como la lealtad, la solidaridad, la honestidad y el sentido del honor. Pero es mejor que no añadamos más, ya que no le gusta que hablen de él: es muy pudoroso como ya se dijo.
Pasemos al curioso segundo plano, donde se producen nuevos equívocos. De inmediato detectamos, en el flujo de personas en movimiento, al hombre que lleva la voz cantante. Nos referimos, claro está, al hombre del bigote tocado con la gorra de visera, que con su aire marcial e imperioso señala hacia un punto indefinido hacia el frente, levemente también hacia arriba, o quizá sólo eleva el brazo con el índice extendido para señalar su posición en el planeta  Puede estar diciendo "vamos por ahí", o bien "ése es el camino", o tal vez "eh, estamos aqui" o cualquier otra frase, eso no es lo relevante. Lo realmente importante es el efecto que consigue en los demás, a los que arrastra con su autoridad a mirar hacia el punto indefinido, o volverse o girarse para mirarle a él, incluídas las personas que no forman parte de su grupo. Cuando levanta el brazo es difícil llevarle la contraria, cuestión que también suele suceder cuando levanta la voz. El hombre del bigote también es persona conocida, aunque asimismo desconozcamos muchos aspectos de su personalidad. Como en el caso del hombre del primer plano es tremendamente celoso de su intimidad, que protege a brazo partido, pero con una táctica muy distinta: éste habla mucho de todo y transmite siempre información fidedigna, bien documentada.También habla mucho de si mismo, o de lo que hace o ha hecho, que al final viene a ser hablar de si mismo, pero sin aportar nada esencial: nunca se descubre, siempre guarda la llave del cofre que contiene su sensibilidad, no desea mostrarse, no quiere que le hieran. Acastillado, rocoso, duro, consiente tan sólo con la ironía que exhibe en sus intrincadas polémicas a expresar sus opiniones, que manifiesta de manera histriónica, con el evidente objetivo de desviar la atención hacia otros derroteros, quedando su tesoro a resguardoa. Él suele manifestar que actúa por instinto, con lo primero que le viene a la mente, con lo que le dicta el corazón, o con ambas cosas a la vez, primariamente, pero eso no es totalmente cierto: a menudo recapacita, repasa sus actos, analiza metódicamente, filtra y llega a conclusiones y trata en el futuro de no actuar tan directamente, otra cosa es que lo consiga . No vamos a detenernos en hablar de lo que no nos muestra de si mismo, es dificil saberlo, pero sabemos de su franqueza, su compañerismo, su inteligencia, su bonhomía, su hospitalidad, su sentido del humor...aunque es preferible, también en este caso, no añadir nada más a lo comentado, no vaya a ser que molestemos al aludido.
Volvamos a la fotografía: efectivamente estamos ante un equívoco. El hombre del bigote sólo se está dirigiendo a algunas de las personas que forman su grupo y obviamente no ordena nada, tan solo señala algo a los demás. La instantánea está tomada en Mykonos, tal como podemos deducir por el ir y venir de los turistas por el paseo adyacente a la playa, los barcos de pesca y recreo de la isla y el crucero del fondo. Los bellos tonos azules del agua y el cielo lo confirman.
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Pues yo creo que es Lago pasando calor...
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Lago lo que hace es vigilar el incendio de los coches en Bembrive, por si llega a el. Por cierto, dame de baja del equipo, no quiero que me suceda lo mismo.
!!Ha no¡¡ déjalo, aparcamos en Beade.

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