Aunque no siempre es bueno generalizar, a veces pienso que si uno se queda sólo con los titulares de los diarios, sin entrar a leer su contenido, lo más probable es que entienda una cosa por otra. En ocasiones incluso el propio contenido es confuso, sino ambiguo o contradictorio, o claramente engañoso. Hoy leer la prensa, escuchar las noticias en la radio o contemplar un informativo, a menudo es un galimatías que evidencia en muchos casos una manifiesta intención de confundir o engañar, empleando medias verdades (o medias mentiras, que también así se puede expresar), siguiendo el mismo protocolo empleado en bastantes discursos políticos en los que la pretensión de aportar claridad pasa por el tamiz de la tergiversación interesada.
Sin embargo, como se suele decir, la excepción confirma la regla...
Es el caso del articulo publicado por Joseph Stiglitz este fin de semana en El Pais, bajo el titulo "Los zombis de la austeridad europea". Su autor insiste en sus críticas hacia la política económica de austeridad que sigue vigente en nuestro viejo continente, liderada por Alemania y sus socios; el economista y premio Nobel deja algunas perlas: "la privatización de las pensiones ha demostrado su alto coste en los paises que lo han intentado", "el sistema de atención sanitaria estadounidense, en su mayoría privado, es el menos eficiente del mundo", "Alemania está obligando a otros países a seguir políticas que debilitan sus economías y sus democracias", "hay pruebas abrumadoras de que los jóvenes se enfrentan a la perspectiva de que los ingresos que alcancen durante su vida profesional serán significativamente menores a los que habrían obtenido si hubieran entrado en el mercado de trabajo en un período de pleno empleo", "la idea de que los impuestos más bajos a las empresas estimularán la inversión es un auténtico disparate", "el multiplicador del presupuesto equilibrado es mejor cuando los impuestos se dirigen a gravar a los ricos y el gasto se dirige a beneficiar a los pobres". A su criterio, la política económica y social en Europa se hace justo al revés de como se debería hacer...
Otro premio Nobel de economía, Paul Krugman, es de la misma opinión que Stiglitz, y escribe en ocasiones criticando las políticas económicas que se emplean para la salida de la crisis, tanto en Europa como en EEUU. En un artículo publicado en el mes de septiembre arrancaba con un dato demoledor: "en 1955 los ricos estadounidenses pagaban la mitad de su renta en impuestos; hoy abonan menos de la quinta parte".
Tanto Stiglitz como Krugman están alejados del pensamiento económico neoliberal al uso, lo que puede ser considerado por algunos como un sesgo político contaminado, o incluso falto de imparcialidad: es el modo de ataque preferido del pensamiento conservador. Para rebatir esta posible y malsana opinión incluyo más abajo el contenido publicado por el banco suizo Julius Baer, que supongo no será tachado de "partidista" o parcial - ya que gestiona precisamente los activos de grandes fortunas y fondos de inversión - de la evolución de la riqueza en Europa.
Del informe, que no se publicó completo y que me gustaría conocer en detalle, entresaco algunos puntos relevantes:
* Alemania, Reino Unido, Francia e Italia concentran más de los dos tercios de la riqueza total europea.
* Esos mismos países presentan el mayor número de hogares con rentas altas.
* A pesar de los dos puntos anteriores, ninguno de los países del núcleo duro presenta la riqueza media por adulto más elevada, que se corresponde con Luxemburgo y Suiza.
* La riqueza media por adulto en Europa asciende a 167.100 euros. España presenta 92.300 euros, sólo por delante de Grecia.
* En la distribución de la riqueza, el 10% de los hogares europeos más ricos concentra más de la mitad de la riqueza del continente. El 50% de los hogares más pobres no alcanza el 10% de la riqueza total.
* Alemania presenta la segunda mayor concentración de riqueza en manos privadas, tras Austria: tan solo un 1% posee el 35% de la riqueza total.
* Los precios medios de los articulos de lujo están creciendo a un ritmo que casi duplica la inflación. El consumo de articulos de gran lujo está aumentando en tiempos de crisis.
Conclusiones:
1) En tiempos de crisis la riqueza crece. Yo me pregunto: si la riqueza crece, ¿por qué no hay crecimiento económico o este es prácticamente nulo?. Sólo tiene sentido que la riqueza crezca sin existir crecimiento económico si aquella riqueza procede de actividades no declaradas. La afirmación anterior me lleva a otra de más envergadura que todos conocemos o intuímos: los ricos eluden impuestos condenando a una enorme parte de la población a la pobreza, al sufrimiento y a la falta de servicios públicos y de expectativas futuras favorables.
2) ¿Es Alemania, con la segunda mayor concentración de riqueza europea en pocas manos privadas, el modelo a seguir?. Alemania, como adalid de la política económica europea de austeridad, está apostando claramente por un modelo que beneficia a las clases más acomodadas. La austeridad no se aplica a los ricos, se aplica al resto de la sociedad para mantener el efecto concentración de riqueza en una minoría egoísta, insolidaria e irresponsable.
3) El efecto riqueza en el modo de vida de los más ricos les lleva al despilfarro: no les importa pagar cifras astronómicas por articulos de gran lujo que les diferencien del resto de los mortales; mientras esto ocurre millones de personas pierden sus trabajos, sus hogares, su futuro y su autoestima.
Ante esta situación de flagrante injusticia social, ¿cual es la respuesta de los gobiernos europeos y de la Comisión?:
- ¡Pues más de lo mismo!.
Stiglitz iniciaba su articulo con un adagio: "si los hechos no encajan en la teoría, cambia la teoría". Lejos de reconocer la realidad, los gobernantes europeos perseveran en su convencimiento de estar en posesión de la razón. No quieren ver los hechos y actúan "como un barbero medieval, que afirma que la sangría está funcionando porque el paciente todavía no se ha muerto". Una de dos: o están ciegos de egolatría o es que en realidad persiguen intereses inconfesables.
Me pregunto donde quedaron las grandes preocupaciones sobre la evolución de la economía, el mundo laboral, el paro y la redistribución de la riqueza. ¿Dónde quedaron los principios de solidaridad, de equidad, de corresponsabilidad interterritorial, de justicia social, de construcción de un futuro mejor para "todos" los ciudadanos europeos?.
Tuve esperanzas de que en las últimas elecciones celebradas para el Parlamento Europeo, en las que se decidía además quien ocuparía el cargo de Presidente de la Comisión, se produjese un giro social que relevase al pensamiento conservador y eliminase las políticas económicas que estamos sufriendo desde hace ya demasiado tiempo. Desgraciadamente no se produjo...
La política económica española y la europea siguen alineadas; esto quiere decir que participan de la misma ideología, que están comprometidos con un cierto estilo de entender la realidad social. Ahora ya no se habla de déficit, ni de la deuda que está en máximos históricos, ni parece importar tanto el paro, ni el crecimiento del P.I.B., ni los niveles de empleo, ni la situación de pérdida de poder adquisitivo de los que aún conservan su empleo, ni la calidad de los servicios públicos que se han privatizado - especialmente en la sanidad -, ni de la falta de trabajo y salida profesional para la mayoría de nuestros jóvenes, ni del futuro de las pensiones, ni de la cultura y de facilitar su acceso a los ciudadanos, ni por supuesto de las claves consensuadas de lo que se debe ser la educación de futuras generaciones...
En clave nacional tengo la impresión de que estamos dirigidos por incompetentes e impresentables que disfrazan sus decisiones de democráticas amparados en el sostén de sus amplísimas mayorías, pero que demuestran un altísimo grado de intolerancia y de nulo reconocimiento a las posiciones del resto de fuerzas políticas y actores sociales. Jamás he deseado con tanto fervor la caída en desgracia de esta panda de petimetres, chulos y prepotentes, que por supuesto no están al servicio de los ciudadanos, sino al servicio de perpetuar un modelo de sociedad cada vez más injusto, en el que sólo se preocupan de preservar sus prebendas, sus sucios negocios y los de sus adláteres.
Los ciudadanos hemos elegido mal: hemos encumbrado a mediocres y corruptos, sin principios éticos. ¿Será que los ciudadanos tampoco tenemos valores y nos peleamos a muerte por las miserables migajas que nos arrojan las élites?.
Y por supuesto que la democracia está perdiendo calidad, porque no persigue su fin último: atribuir la titularidad del poder al conjunto de la sociedad, ¡nos lo han usurpado!.
ooOoo
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