En la mitología griega, una leyenda cuenta que el poderoso y rijoso dios Zeus se encaprichó de Europa, la hija del rey de Tiro en la antigua Fenicia (hoy Libano). Para darle un toque de emoción a la cosa, el dios se transformó en toro y se acercó al grupo de doncellas donde estaba la joven, en una playa, mezclado con un rebaño de bueyes guiado por Hermes (el dios griego olímpico, de los pastores, de los oradores, del ingenio, de la astucia y del comercio), hijo de Zeus. El blanquísimo, bello y manso toro en que se había convertido el dios, pronto llamó la atención de las jóvenes. El toro dejó hacer y consintió que la bella Europa subiese a su grupa, momento que aprovechó para adentrarse velozmente en el mar y escapar con su preciada carga, hasta alcanzar las costas de la isla de Creta.
Los hipotéticos descendientes de Europa también hemos sido engañados y nuestra conciencia raptada por un dios mucho más poderoso: el dinero.
La crisis económica hizo girar abruptamente a los gobiernos europeos hacia el conservadurismo, debido al impulso del voto ciudadano, desencantado con los gobiernos progresistas y su manifiesta incapacidad para hacer frente a los nuevos desafíos económicos. La amplia mayoría conservadora en Bruselas y en los gobiernos de los países socios en la unión, se tradujo en una política centrada de manera nítida y casi exclusiva en la economía y tras ella en una fortísima e injusta austeridad. Se han sucedido las pérdidas de derechos laborales, las subidas de impuestos desiguales, los recortes en los servicios públicos, las rebajas salariales, etc., al tiempo que las clases más pudientes han resultado beneficiadas. Detrás de los gobiernos conservadores está siempre el poder económico, que domina también los medios de comunicación y una buena parte de las instituciones judiciales.
He leído que el antropólogo Bruno Latour definió con acierto la crisis económica como "un decrecimiento no deseado y desigualmente repartido" y de hecho eso es lo que está pasando con la austeridad impuesta en Europa, tan contestada por eminentes economistas de la talla de Paul Krugman o Joseph Stiglitz, ambos premios Nobel de economía. En realidad se está haciendo recaer el esfuerzo en las clases medias y bajas, provocando una contínua caída de personas del primer grupo al segundo y del segundo a la pobreza, sin coberturas sociales. A los gobiernos, de momento, les resulta suficiente con afirmar que "no hay dinero" y con ello no hay alternativas a sus políticas. Desde las televisiones, las radios, la prensa escrita, la prensa digital, nos bombardean con pseudocoloquios y mensajes de apoyo a esas políticas económicas mísero-austeras y subrayan que es el camino correcto y único para la recuperación.
Sin embargo la Europa conservadora no ha hecho absolutamente nada frente a la evasión fiscal, que es el verdadero cáncer de nuestras sociedades. Cuando algún dirigente se ha enfrentado al poder económico, como lo hizo Sócrates en Portugal con el propietario del grupo Martins (segundo grupo empresarial del pais luso), o Françoise Hollande en Francia con el propietario de LVMH, el resultado fué fulminante: la deslocalización de sus patrimonios fuera de sus países de origen. Nadie ni nada ha podido impedirlo. Por descontado siguen existiendo los paraisos fiscales, muchos de ellos ligados a territorios comunitarios, y si eso no fuera suficiente, la legislación comunitaria permite agujeros legales por donde colar la exención total o parcial de impuestos a las grandes fortunas, como es el caso de las Sociedades de Inversión Colectiva de Capital Variable.
Los datos son elocuentes: todos los paises de la unión, en mayor o menor medida, tienen una economía sumergida de tamaño considerable, suficiente, si se recaudasen los impuestos pertinentes, para evitar cualquier desviación negativa de los déficits públicos: las cuentas estarían equilibradas o existiría superávit, y el funcionamiento de los estados estaría económicamente garantizado para mantener sus presupuestos sociales, que no son otra cosa que una redistribución de las rentas disponibles, en forma de bienes y servicios para los ciudadanos.
Por contra la situación es cada vez más dramática para millones de personas que han perdido el empleo, o su vivienda, o sus ahorros, o su prestación social, o la cobertura sanitaria, o la esperanza. Todas las constituciones de todos los países defienden derechos de los ciudadanos que los gobiernos acaban ignorando o conculcando. Y todo se hace en nombre del dinero, ese dios supremo que premia a quien lo tiene y destruye o anula a quien no.
La crisis económica capitalista no la crearon los pobres, ni las clases desfavorecidas, ni las clases bajas, ni tampoco las clases medias. El dinero simplemente cambió de manos y unos pocos se han enriquecido todavía más. Desde el mundo del dinero se han cursado los dogmas y doctrinas para que los gobiernos conservadores de pensamiento liberal o neoliberal creasen leyes, normas y reglamentos dando apariencia de legalidad a un latrocinio de dimensiones gigantescas. Las medidas económicas han ido en contra de la mayoría de los ciudadanos, especialmente de los más débiles, y se ha salvaguardado la fortuna de los más ricos. Sin embargo nada se ha hecho para evitar que sigan permaneciendo medios pseudolegales para pagar menos al fisco y la ignonimia de la existencia de los paraisos fiscales.
Las sociedades occidentales hemos llegado a un punto de indolencia intolerable. Nos han inoculado el virus de la inacción y el de la indiferencia y frente a los despropósitos de ganancias incalculables de empresas y personas seguimos en actitud pasiva, como autistas metidos en nuestro pequeño mundo. Hemos perdido la capacidad de reaccionar frente a locuras de números que ya no nos resultan mensurables. Hemos perdido también la visión de la proporción y todo parece que nos resulta indiferente o ajeno. ¿Cómo puede ser que mientras un directivo de cualquier empresa gana una millonada, muchos trabajadores, con enorme suerte, sean retribuidos con el SMI de 645,30 euros?. ¿Cómo es posible que un directivo con poderes ejecutivos y con capacidad por tanto de comprometer el futuro de su empresa con sus estrategias de riesgo se vaya indemnizado millonariamente si falla en las mismas, mientras que el pobre trabajador pierde su empleo y se queda con coberturas ridículas o inexistentes?.
Conviene recordar que muchas empresas, autónomos, profesionales y empresarios cometen fraude fiscal y en algunos casos delito. La sociedad no puede seguir siendo permisiva con esto: las consecuencias de ello las estamos padeciendo de la manera más dramática y atroz.
La crisis no nació en España, como una parte falaz e interesada de políticos y sus acólitos quiso hacer creer. Tampoco el actual gobierno podrá tomar las medidas necesarias y suficientes para volver a la senda de crecimiento por si solo. Se necesita una política global que incorpore cambios radicales en su conducta y en sus fines, que persiga ferozmente los delitos económicos contra los pueblos. Y se necesita que los ciudadanos, de una vez por todas dejemos de consentir, comprender y dar cobertura a los defraudadores, que los veamos como lo que son: unos delincuentes.
El gobierno español, también conservador, ha aplicado las mismas recetas que le dictaron desde Europa. Nos dicen hasta la saciedad que no hay otro remedio, que no existe alternativa y miran y señalan hacia el pasado, cargando las culpas en un gobierno anterior que dicen que mintió, despilfarró y no hizo nada para remediar la crisis. Han repetido esa letanía hasta que muchos la creyeron... ¿qué tenía que hacer el anterior gobierno?...¿lo que ahora están haciendo éstos?. Así, apoyados en su sobrada mayoría tanto en el gobierno central como en los autonómicos, legisla por decretos-leyes y toma decisiones en todos los ámbitos, pero siempre, sospechosamente, en la misma dirección. La mayoría de los medios de comunicación, movidos por intereses económicos, no cejan en su empeño de darles cobertura y razón. Y cada iniciativa legislativa subsiguiente incide en lo mismo.
No hay culpable, no ha habido culpables. Presentan al pueblo algunas cabezas menores, como en Andalucía, o ahora con el caso Malaya. Pero los grandes casos de corrupción y de despilfarro siguen ahi, sin culpables, con la justicia (así en minúsculas) dándole vueltas por si aparece algún resquicio que permita sobreseer o anular los procedimientos. Todas las instituciones del estado (así, también en minúsculas) son sospechosas de corrupción.
El dinero y su mundo está pudriendo a las personas, a los principios, a las ideologías. Aparece el incivismo, se asoma la mezquindad, se imponen los malos modales, campea la grosería...ver hoy la televisión es un espectáculo denigrante, indignante y repugnante, de una manipulación sin límites.
El mundo económico, apoyado en los lacayos políticos es ciegamente egoista, inhumano e ignorante: solo importa el beneficio a corto plazo y a costa de lo que sea.
Dicen los geólogos que nos encontramos en el "holoceno" (del griego "holos"-todo y "kainos"-reciente o nuevo) desde hace casi doce mil años. Sin embargo, se ha acuñado el concepto de "antropoceno" ("antropos"-hombre y "kainos" ) por parte del premio nobel de quimica Paul Crutzen, debido al impacto que las actividades de los hombres provocan en los ecosistemas terrestres desde el inicio de la industrialización. Estamos, por tanto, en el tiempo en el que el hombre incide en el futuro del planeta Tierra, del futuro del resto de especies y de su propio futuro como especie.
Pues ni con esas...
Al gobierno español no le parece importar la ecología: ha modificado la Ley de Costas y baja el límite a 20 metros del litoral, sin importarle el impacto medioambiental. También se está estudiando permitir un sistema de obtención de gas y petróleo del subsuelo (denominado "fracking o fracturación hidráulica") a pesar de la elevadísima probabilidad de envenenamiento de acuíferos y provocación de temblores de tierra y/o desprendimientos, sin importarle las consecuencias.
Todo sea por el dios "Dinero" y sus profetas...
¡Ojalá que los ciudadanos seamos capaces de discernir en el futuro qué tipo de vida queremos llevar y a quienes debemos elegir para que defiendan con responsabilidad un modelo más humano, más justo y más solidario!.
Mientras tanto seguiremos raptados como Europa...