11 enero 2010

Gentelmen



Sir Joseph se incorporó a la reunión del "tea-room" exactamente a las 17,00 horas, con acreditada puntualidad británica.Saludó con una leve inclinación de cabeza y se sentó.

-¡Sir Joseph!-dijo Sir Anthony-me permito inquerirle acerca de su estado de ánimo en el dia de hoy, ya que he sabido que ha tenido ciertos inconvenientes laborales en su empresa.

-¡Oh!-exclamó Sir Joseph-desde luego nada que no pudiese resolverse de manera civilizada.Si se refiere al incidente con el capataz de la Compañía de Oriente, debo indicarle que ha cesado en el cargo y que lleva estampado en la parte inferior de su espalda el relieve de la suela de una de mis botas preferidas.

El grupo rió cortésmente, pero de manera contenida, tal cual observan las normas civilizadas de conducta de la "Graciosa Legión de Caballeros de Su Majestad La Reina".Como era habitual, el peso de la amistosa conversación recaía sobre Sir Leopold, quien entre carraspeo y carraspeo, solía comentar-siempre acertadamente-los aspectos más destacados de la actualidad del Imperio.Sir Leopold se atusó el bigote y se dirigió al grupo declamando con su modulada voz:

-He tenido conocimiento de que Sir Ado Ado va a celebrar un encuentro musical en su mansión, y que su encantadora esposa, la Baronesa Ferreirova, nos va a deleitar con una selecta interpretación de varias piezas de Puccini, ¿es así?.

Ante la callada respuesta de Sir Ado Ado, Sir Leopold continuó:

-Veo que estoy en lo cierto.Recomendaré especialmente a mi esposa, Lady Concepcione Vilarina, que asista al evento.Es una entusiasta del "bel canto" y de las reuniones sociales.

Entretanto Sir Albert, visiblemente nervioso, na paraba de moverse, levantándose una y otra vez de su asiento, mientras daba continuas chupadas a su hermosa pipa.(Parecía echar de menos los paseos con su fiel perro Piper).

En el extremo de la mesa, Sir Lawrence paladeaba con fruición un Oporto, con su perenne sonrisa, prestando atención a los comentarios del resto de los asistentes, aunque evitando pronunciarse sobre las mismas, táctica que al parecer le resultaba muy efectiva.

Sir Leopold comenzó una larga y tediosa disertación acerca de la incorrecta planificación urbanistica de la ciudad de Londres, llena de severas reprimendas hacia sus ejecutores, y derivó en alabanzas hacia lo perfecta que había quedado la ciudad de Vigo, que pese a no serlo, le parecía mucho más británica, y en la que había vivido muchos años, cuando en un momento dado intervino Sir Vincent, que se permitió realizar una matización sobre uno de los aspectos comentados, que consideraba erróneo:

-¡Sir Leopold-dijo Sir Vincent, me permito observarle que Trafalgar Square no se encuentra en la ciudad de Vigo, posiblemente la esté confundiendo con la Plaza de Compostela.

Sir Leopold carraspeó, su cara se coloreó e hinchó ligeramente, se ajustó el monóculo y meditaba su respuesta ante la grave expectación del resto de caballeros y el creciente nerviosismo de Sir Albert, que se temía una airada y contundente respuesta.(Seguía prefiriendo el paseo con su perro Piper).

-¡Mi querido Sir Vincent!-bramó Sir Leopold-una vez más me sorprende con sus manifestaciones, las cuales indican un profundo desconocimiento de la generalidad de los asuntos que tratamos en nuestras reuniones, por no emplear una frase mucho más directa y conocida sobradamente por todos.Da igual donde se encuentre Trafalgar Square, lo importante es que no hay color entre una y otra ciudad: Vigo es la ciudad del futuro y Londres es una aldea a su lado, ¿o de qué estamos hablando?.

Siguió un recogido y profundo silencio.Todos miraban hacia otro lado,de manera huidiza, dando nerviosas chupadas a sus pipas (los que fumaban).Nadie decía nada.

-¡Oyes!-dijo Sir Albert, siempre inquieto y al quite, son ya las 18,45 horas, ¿vamos a cenar a algún sitio?.


Nota.- Todos los personajes y sus nombres son imaginarios.Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


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