11 enero 2010

Androide


El 2 de enero de 2010 16:25, vicente manuel pombar gonzalez escribió:
La baronesa cerró tras de si, con estrépito, la puerta de la estancia. En ella, el androide, fue pillado "in fraganti" delante del ordenador, ocupado en un juego, en horas que se suponían de máxima dedicación a las labores del hogar. Sus hiper sensores de medición del porcentaje de mala leche en el ambiente se dispararon, al tiempo que la voz de mezzosoprano de la baronesa llenó todos los rincones atronando y rebotando en paredes, muebles y rincones. El androide observaba las vibraciones a las que estaban siendo sometidos los objetos de decoración, afectados por la onda expansivo-acústica, en niveles de decibelios crecientes, mientras sus centros neurálgicos se bloqueaban por el terror y su cerebro era incapaz de enviar soluciones válidas a la situación comprometida en que se encontraba. La luz directa que entraba por el ventanal, a sus espaldas, le permitió contemplar su sombra, y la de la baronesa, reflejadas en la pared. Tuvo conciencia de que la suya menguaba en relación inversa al aumento del nivel de decibelios, mientras por contra la sombra de la baronesa se expandía de manera proporcional al incremento del volumen de su voz. El dramatismo del momento se reflejó de manera inequívoca en un aumento de alarmantes "bip-bip" emitidos atolondradamente por el androide en su desesperación. Sus sensores auditivos eran ya incapaces de soportar tanto ultrasonido, y mucho menos de filtrar los mensajes que recibía, llenos de insultos e invectivas hacia él. Intentó como única salida pasarse a modo "off", pero a esas alturas todos sus sistemas habían dejado de funcionar. Cuando de nuevo la baronesa cerró la puerta, dejando con estruendo un mensaje de advertencia inequívoco, el androide comenzó una lenta reprogramación de sus sistemas, y poco a poco fue recuperando su normalidad.

Tras un análisis profundo y detallado de lo acontecido, el androide llegó a una conclusión irrefutable. La culpa no era de él, sino del hijo de la baronesa, que había realizado, flagrantemente, dejación de sus responsabilidades, al no ejecutar las labores que le habían sido delegadas. Una vez detectada la causa, se debía corregir el fallo para ulteriores ocasiones, en tanto que, por otra parte, tendría que intentar minimizar los efectos producidos. Entró decididamente en la página web de su superbanco y ordenó un incremento sustancial en el importe periódico a transferir a favor del hijo de la baronesa. A continuación realizó una compra, via comercio seguro, de una valiosa joya de "Chopard" para ella. Imprimió ambas órdenes, y con ellas en la mano, totalmente seguro de si mismo, fue al encuentro de la baronesa y del cabrón de su hijo, que no había pasado la aspiradora, tal como habían acordado.

Copyright Reverendo
Ediciones El Pedal
Annus 2010

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