Aquel hombre cumplía con sus rutinas como lo hacían probablemente la mayoría de las personas.A las 6,30 horas se levantaba,se duchaba,se afeitaba,desayunaba un almuerzo ligero,se lavaba los dientes y hacia las 7,30 horas salía de su domicilio,caminando a buen paso rumbo a su centro de trabajo.En el trayecto,que solía llevarle unos 20 minutos,por lo general iba ensimismado,de buen humor,ajeno al ajetreo del mundo,al tránsito de coches y al deambular de otras personas,unas caminando en su mismo sentido,otras que se cruzaban con el.Le resultaba chocante comprobar como con el tiempo iba memorizando algunos rostros,que se volvían familiares,la manera de andar de algunas personas,sus gestos,incluso su timbre de voz -si hablaban entre si-,y sin embargo,salvo algún caso, no conocía ni sus nombres,ni nada de sus vidas,a excepción de ese breve instante en que coincidían en la mañana.
A menudo,en algún punto entre la Gran Via,la calle Louis Braille y la calle Hernán Cortés,se cruzaba con una mujer que pronto le llamó la atención. De unos treinta y tantos años,estatura media,algo redondeada de caderas y pechos que se adivinaban firmes,tenía un andar parsimonioso,de tranco largo,que parecía lento,quizá debido a que iba caminando en una ligera subida.Era morena,de ojos grandes,oscuros,nariz recta y también grande,boca en consonancia con el rostro,muy expresiva. No se podía decir que se tratase especialmente de una mujer hermosa,pero en su conjunto resultaba atractiva.Siempre iba sola y desde el primer momento que aquel hombre la vió,le agradó,pero no sabría decir exactamente el motivo.
A partir de ese dia,en las ocasiones en que se cruzaban,el hombre siempre se la quedaba mirando,a la espera de que sus miradas también se cruzaran.Ella solía llevar unos pequeños cascos puestos,para escuchar música,y más de una vez,brevemente,le sostenía la mirada,como con curiosidad.Otras veces miraba hacia otro lado,sin prestarle atención.Ninguno de los dos se volvía para mirar al otro,una vez se hubieran cruzado...
Pasado ese instante,invariablemente,el hombre olvidaba el episodio,hasta el dia siguiente,en que volvía a pensar en un nuevo encuentro.Aquello era como una especie de juego,un divertimento matutino,y el hombre ya catalogaba a la mujer de los encuentros fortuitos en la categoría de "personas familiares e inciertas",un rostro más que se le presentaba rutinariamente en las mañanas.
Cierto día en que el hombre estaba especialmente contento,quien sabe si por haber dormido bien,o por otros motivos que aquí no son relevantes,al verla desde lejos,vestida de negro,a excepción de un cinturón de tela estampada en colores rojo,amarillo y verde,con pantalón y camiseta ajustada,realzando un bonito y generoso escote,tuvo la intención de dirigirle la palabra,pero en el momento preciso en que cruzaron su camino ella no le miró,y el no se atrevió a detenerla.Al momento,él,ligeramente azorado,pensó que aquello era una estupidez...¿qué le iba a decir él...?.Tal vez ella se hubiese sentido molesta u ofendida...no es normal que un desconocido,sin motivo aparente,te dirija la palabra...quizá solo lograría atemorizarla con su actitud...y cavilando sobre ello,lleno de dudas,continuó su camino hacia el trabajo.
Pero no fué capaz de olvidar esa ocasión fallida,y se dijo a si mismo que debía encontrar las palabras adecuadas para dirigirse a ella,pronunciándolas con decisión y cortesía,para no importunarla: después de todo el piropear a una mujer no es algo incorrecto,y a muchas incluso les gusta,si se hace de manera elegante.Tras un tiempo considerable buscando mentalmente la fórmula idónea,el hombre decidió que lo mejor sería improvisar,y en función del estado de ánimo en que se encontrase decirle lo que en el momento se le viniese a la cabeza.
Y así,en la siguiente ocasión que se presentó,al verla en la distancia,se sintió seguro y preparado,y enseguida le vinieron a la mente las palabras con que debía abordar a la atractiva dama:
-"Buenos dias,disculpe mi atrevimiento,pero he reparado en que desde hace mucho tiempo nos venimos cruzando y quería manifestarle,si me lo permite,que este instante de la mañana me resulta extremadamente agradable..." .
Sin embargo,llegado a la altura de ella,sus miradas ese dia no coincidieron,y el tuvo que abortar,muy contrariado,la proyectada maniobra..."quizás mañana"-se consoló.
Y así fueron pasando los dias,cruzándose en ocasiones los dos desconocidos/conocidos,teniendo oportunidad de saludarse en el momento en que coincidían,mirándose a partir de entonces de reojo,como a hurtadillas,a veces sonriendo,siendo conscientes ambos de que aquella situación terminaría por decantarse de alguna manera,pero ignorando los dos el cuando y el como,de qué manera aquel equilibrio inestable acabaría por romperse...
EDICIONES EL PEDAL
Narrativa de ficción
Copyright 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario