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Catedral de Siena |
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Catedral de Siena |
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La capilla de la Plaza del Campo, Siena |
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Torre de Mangia en el Palacio Público en la Plaza del Campo, Siena |
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Campanario Catedral de Siena |
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Vituco en un parking con Siena al fondo |
Tras la alta mortandad provocada por la peste en el siglo XIV y la derrota frente a Florencia en el XVI, en la batalla de Marciano della Chiana, provincia de Arezzo, enmarcada dentro de las llamadas guerras italianas entre Italia y España, que enfrentó a Enrique II de Francia con el proclamado emperador Carlos I de España y V de Alemania, en la que resultó vencedor este último, la República de Siena quedó integrada en el Gran Ducado de la Toscana y relegada respecto a Florencia. La ciudad de Siena, desde entonces, parece detenida en el tiempo.
Y efectivamente, pasear sus calles medievales es viajar a otra época, zambullirse de lleno en la historia. El dia de nuestra visita comenzamos el recorrido desde los alrededores de la imponente "Fortezza Medicea", y bajamos bulliciosas callejuelas pobladas de turistas, en una de las cuales se encuentra la "Loggia della mercancía", hasta alcanzar el centro histórico, que gira alrededor de la famosa "Piazza del Campo", donde se celebra el espectáculo medieval llamado "Palio di Siena". En la plaza se encuentra la réplica de la hermosa y marmórea "Fonte Gaia" de Jacopo della Quercia (el mismo que realizó el monumento fúnebre a "Ilaria del Carretto" en la catedral de Lucca, que ya envié en otro correo), justo enfrente del Palazzo Pubblico, con su elevada torre. El museo civico del palacio, que hace las veces de ayuntamiento, alberga la sala del Mappamondo, llamada asi por el mapamundi del siglo XV de Ambrogio Lorenzeti, donde está ubicada también una capilla con bellas pinturas de la escuela de Siena y una cuidada sillería de coro, así como la "Maestá" de Simone Martini, y el fresco del condottiero Guidoriccio da Fogliano, del mismo autor, ya comentada en otro correo. En la "Sala della Pace" están las pinturas de los hermanos Lorenzeti con las alegorías del Buen y Mal Gobierno y finalmente la Sala del "Risorgimento", del XIX , que recrea la unificación de Italia.
El Duomo de Siena, catedral gótica dedicada a Santa María de la Asunción, es una auténtica joya monumental, especialmente en su interior, uno de los más hermosos que un servidor haya visto en su vida, con elegantes columnas de mármol blanco y negro. El pavimento del suelo, decorado también con incrustaciones de mármol, presenta en algunas partes escenas bíblicas y en otras unos maravillosos mosaicos geométricos. Destacan los llamados "paneles del púlpito" esculpidos por Nicola Pisano, arquitecto y escultor de un pueblo de la provincia de Lucca, al que se debe la mayor parte de la obra de la catedral. Nicola Pisano es también el artífice de otro maravilloso púlpito, éste en el baptisterio de Pisa, que le dió la fama y el sobrenombre de su apellido. En el interior también se encuentra otra joya, la espectacular Biblioteca Piccolomini, con frescos del pintor sordo Pinturicchio.
La fachada se debe a Giovanni Pisano, hijo de Nicola, que creó una bella portada gótica con estatuas, gárgolas y mármol blanco, rojo y verde, presidida por el símbolo del Sol en el tímpano de la puerta central, una alegoría del triunfo de Cristo con el que San Bernardino de Siena intentó superar las diferencias entre los distintos barrios de la ciudad. La peste negra que diezmó Siena impidió que el templo se ensanchara con una nave lateral, que permanece a la vista incompleta.
Concluímos la visita a la ciudad entrando en la iglesia también gótica de San Doménico, donde se encuentra la capilla dedicada a Santa Caterina, con su cabeza incorrupta custodiada en un tabernáculo de mármol dorado.
Me gusta pensar que tal vez el escritor Dan Brown quedó prendado de la belleza de la ciudad de Siena en su viaje por la Toscana en busca de ambientación para su obra, y tal vez por ese motivo le puso el nombre de Sienna al personaje femenino principal de su última novela, pero en lo que a mi concierne, ni la calidad de las fotografías obtenidas con el móvil, ni el tiempo dedicado a la visita hacen justicia a una ciudad que merecía una estancia más reposada y completa. Pero...¿quién sabe?...¡tal vez podamos regresar en otra ocasión!.
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