05 febrero 2013

VIRTUDES PÚBLICAS



La comunicación precede a la razón: la madre le habla a su bebé, le sonríe, lo abraza, le canta. A partir de un cierto momento de su vida el bebé responde a los estímulos, primero imitando y después reconociendo los rostros que le contemplan; decían los empiristas: "nihil est in intellectu quod non prius fuerit in sensu" (nada hay en el intelecto que antes no estuviese en los sentidos). El lenguaje, sin embargo, también está presente, si bien de forma primitiva, en otros animales. Es la escritura lo que en la evolución humana nos permitió diferenciarnos totalmente del resto de las especies: la invención de los signos y la interpretación de estos. El lenguaje escrito es la forma superior de lenguaje y de comunicación, por eso me maravillan los compositores musicales, que son capaces de trasladar a un lenguaje escrito (que no entiendo, por desgracia) aquello que van imaginando en sus privilegiadas y matemáticas mentes, e incorporan la belleza de lo emocional. Para mi infortunio soy una persona lenta de entendederas, me cuesta captar las ideas, ciertos conceptos, y por eso me esfuerzo en leer y comprender: en eso si soy muy constante. A lo largo de mi vida he leído a menudo para entender el funcionamiento del las cosas : me interesa más entender las razones de los otros que tener razón, prefiero comprender y llegar a puntos de encuentro antes que imponer "mi" razón. El concepto de responsabilidad, tan ligado al concepto de obligación y de culpa, siempre me ha preocupado. Me he apoyado mucho en la lectura para profundizar en valores positivos que deben favorecer la conducta, el entendimiento del otro y los fundamentos morales y éticos. Creo en la inteligencia emocional sustentada en valores positivos. También me ha interesado la Historia, el saber de donde venimos, el por qué de nuestra cultura y la de otros pueblos. Y creo también que la cultura es libertad: a mayor cultura, más libertad.

Por lo anterior me atrevo, a riesgo de que me consideréis un pedante, un engreído o un diletante (si es que ya no lo habéis hecho antes), a sugerir las siguientes lecturas:

* Historia mínima de España, de Juan Pablo Fusi.
* El español y los siete pecados capitales, de Fernando Diaz-Plaja.
* Etica para náufragos, de José Antonio Marina.
* El miedo a los bárbaros, de Zvetan Todorov.
* De ética y de moral, de José Luis López Aranguren.
* El desajuste del mundo, de Amin Maalouf.
* La gobernabilidad, de Xavier Arbós y Salvador Giner.
* Virtudes públicas, de Victoria Camps.

Esta última obra, en la que la autora diserta sobre la solidaridad, la responsabilidad, la tolerancia, la profesionalidad, o la buena educación, habla también de los vicios públicos, y achaca al ciudadano, en democracia, los siguientes defectos:

* Actitud indiferente hacia los asuntos públicos, falta de participación, abstención, falta de compromiso, falta de sensibilidad social y ecológica, y escasas iniciativas colectivas. 

* Señala como la asignatura pendiente de las políticas socialistas la redistribución de los bienes, tanto a nivel nacional como internacional (algo que repetidamente me habréis oido mencionar como elemento necesario para conseguir de verdad la justicia social), mencionando de paso que los ciudadanos, que deberían ser los "exigidores" de esas políticas, "pasan" de esa exigencia, encargándosela exclusivamente a los sindicatos (a los que no apoyan, o no lo hacen suficientemente).

* Pasividad frente a la dependencia de los medios de comunicación, mediadores entre la política y la ciudadanía. El interés y función de los medios es ante todo comercial: vender, retener al público, conseguir audiencias, nada que ver con el interés común. Son además parte interesada del entramado económico y político.

* Intolerancia, rechazo e incomprensión del otro, sea por razones culturales, lingüisticas o étnicas: la sociedad no es integradora.

* Falta de civismo, de respeto, de cuidado de las formas. Falta de tradición democrática.

En cuanto a los defectos o vicios propios de los políticos, además de los atribuibles a los ciudadanos, ya citados, considera la autora los siguientes:

* Corporativismo político. Indiferencia con respecto al interés común, prevaleciendo los asuntos e intrigas del propio partido. Los partidos se representan a si mismos y en mucha menor medida a los ciudadanos.

* Falta de transparencia. Los ciudadanos sospechan que no se les dice toda la verdad, ni se dan aclaraciones suficientes. Los políticos rara vez reconocen sus errores y les cuesta dar la cara en situaciones difíciles.

* La corrupción. Es el vicio más extendido (el ser humano es corrompible dada la escisión de su ser entre la razón y la pasión). El político corrupto sucumbe a la tentación de mezclar lo público y lo privado y se aprovecha privadamente de los beneficios de la vida pública.

Señala la autora que las sociedades actuales no parecen muy dispuestas a la reconstrucción de la vida pública. El mercado y las inclinaciones neoliberales discurren ignorando lo público, lo consideran un límite a la libertad que predican, provocando un incremento de la injusticia social (volvemos a la redistribución de las rentas). No existen lazos cívicos, falta formación contínua que ahonde en la transformación moral de las personas; los ciudadanos, pasivamente, sin esfuerzo, pretender ser felices en un mundo de injusticias.

Pues bien, esta obra está escrita en 1990...

Han transcurrido, por tanto, más de veinte años y en ese tiempo las virtudes públicas que debían presidir y adornar las conductas de los cargos públicos y privados han quedado totalmente en entredicho.

¿Se veía venir?.

Los antecedentes y las señales estaban ahí, para quien quisiera ver...

Aqui voy a hacer un leve esbozo de otra de las obras citadas: "La gobernabilidad". Los autores defienden que en la medida que la cultura se universaliza también lo hacen las civilizaciones. Se debe dotar de un estatuto político a la cultura planetaria. En las sociedades de desarrollo avanzado, como la nuestra, la gobernabilidad estriba en "conseguir la eficacia en el funcionamiento de las instituciones a costes razonables, cuando los gestores (los cargos públicos, se entiende) están presionados por grupos corporativistas o por intereses gremialistas bien organizados". Nuestra civilización es paradójica e injusta: en tiempos de riqueza y abundancia (si bien en manos de unos pocos), se genera escasez y miseria endémica. Vivimos un tiempo engañoso y dificil, donde un bienestar y progreso aparentes ocultan grandes trampas para los ciudadanos, que pueden ver en peligro la sensata pretensión de la mejora de las condiciones de vida, para ellos y para su descendencia. Ante los problemas de la gobernabilidad los autores advierten de la intervención de los "terribles simplificateurs" que pueden llevar directamente a la ingobernabilidad. Finalmente afirman que la situación de las sociedades civiles nos aboca a gobiernos supranacionales que pongan el acento en el interés común y a largo plazo, la gobernabilidad exige poner los intereses colectivos de la especie humana por encima de viejos y arraigados tópicos, como la soberanía nacional, la razón de Estado o la identidad étnica o nacional: todas deben ser supeditadas a valores morales superiores. Estamos pues ante un reto moral de carácter revolucionario.

¿Ciencia ficción?.

Esta obra se publicó en 1994. 

Es evidente que las sociedades han caminado justo al revés y la degradación moral se ha acelerado. El plano teórico revisionista de la moral (la ética) se ha abandonado. En tiempo récord los que predican la religión del dinero en nuestro pais nos han dicho: ¡hay que hacer lo que hay que hacer, que no es lo que queríamos ni desearíamos hacer, pese a que dijimos que no lo haríamos en nuestro programa político, porque no queda más remedio que hacerlo y lo hacemos porque es nuestro deber, porque nos sentimos respaldados por los votos de millones de ciudadanos, que nos legitiman y porque pensamos sólo en España, somos los más patriotas!. Y se añade, con la prepotencia y chulería que les caracteriza, que la culpa fue del anterior gobierno (al que llegaron tras una conspiración) porque mintieron al negar la crisis, no hicieron nada para impedirla y despilfarraron los dineros públicos en "ocurrencias" como el plan "Ñ" y en toda clase de corruptelas. Acusaron al gobierno ZP del mayor ataque a los trabajadores en la historia de la democracia por modificar la Ley de Pensiones. Todo esto decían mientras zancadilleaban en el parlamento, en las tribunas, en los medios. Y una gran mayoría les creyó...

Ha pasado ya un año...y en ese tiempo han batido todas las plusmarcas. 

Yo me pregunto: ¿qué ha hecho bien este gobierno?, ¡por qué algo habrán hecho bien!, ¿no?. Digo yo que con mayorías claramente absolutas en el Estado y en casi todas las autonomías, sin práctica oposición, ¿algo habrán hecho bien, o no?.

¿Mejoró el paro?
¿Mejoró la economía?
¿Tenemos mejor educación, de más calidad, qué piensa el profesorado?
¿La sanidad es de mejor calidad, llega a todos los ciudadanos, es gratuita?
¿Es la justicia más accesible y más rápida, es más justa, llega a todos?
¿Los desempleados han mantenido su cobertura?
¿Es más justa la reforma del empleo?
¿Existen expectativas de empleo para los desempleados?
¿El diálogo social entre empresarios y trabajadores es más fluido?
¿Se ha rebajado la deuda pública?
¿Existe el parlamentarismo, se atiende a las posiciones de otras fuerzas políticas y sociales. Se debaten las leyes?
¿Se mejoró la transparencia política?
¿Alguno de los componentes del gobierno aprueba?
¿Existe sensación de menor corrupción?
¿Ha mejorado la financiación al sector privado?
¿Han mejorado las cuentas de resultados de las entidades financieras?
¿Se ha rebajado la tensión social?
¿Creemos los ciudadanos que nuestro futuro y especialmente el de nuestros hijos ha mejorado con la "contrarreforma" introducida por este gobierno?.
¿Ha mejorado la información de los medios de comunicación públicos, es más creíble?
¿Tenemos los ciudadanos la sensación de que podemos confiar en la judicatura?
¿Se va a cumplir, pese al brutal sangrado, con el déficit público?
¿Es más justa la fiscalidad?
¿Hay más cohesión entre los territorios que componen la nación, nos sentimos cercanos?

Se me ocurren muchas más preguntas, pero creo que ya es suficiente... 

 ¿Qué hacer ante el estado de deterioro tan lastimoso de las virtudes públicas y de la gobernabilidad?.

Pues yo no lo sé, no estoy capacitado para ello. A veces pienso que quizá si hubiese participado y animado a participar apoyando (y exigiendo) a los representantes sindicales...si la acción de estos fuese más representativa de los intereses de los trabajadores, que somos la amplia mayoría social, quizá así hubiese defendido unas posiciones de contrapeso a este poder omnímodo que nos asfixia, pero...me he mantenido en la pasividad, no he participado, no me he comprometido y me he escudado en la falta de tiempo. En definitiva, me he aburguesado...y en parte me siento responsable de la inacción.
Mi preocupación, eso si, seguirá siendo la misma de antes, no me van a desviar de mis objetivos como persona: pretendo seguir aprendiendo, formarme e informarme, intentar mejorar, cumplir con mis obligaciones de todo orden y responsabilizarme de mis actos. Tengo mi forma de pensar, de entender la vida y poseo una escala de valores a la que intento mantenerme fiel. Sé perfectamente de donde vengo y creo saber a donde voy...intento cumplir mis metas con honestidad y no me siento representado por la mayoría, ni reflejado en ella, por muy mayoría que sea. No creo en sus valores ni en sus varas de medir y sé que existen ideales muy distintos y que hay personas con conductas irreprochables por las que merece la pena seguir esforzándose: lógicamente no hablo "sólo" de política. Las personas, aunque parezca utópico, podemos cambiar esto.

Y ahora voy a seguir reflexionando mientras escucho a Serguèi Vasilievich Rachmaninov, pero tranquilos, que era ruso pero no comunista...en la revolución se marchó a EEUU. No soy ningún exaltado...

Por favor no me molesten...



La casualidad quiso que la revista "El País Semanal" de este fin de semana incluyese una entrevista con Victoria Camps, autora entre otros del libro "Virtudes Públicas" del que hablé recientemente, enfrentando el contenido deseable de las virtudes públicas a la triste realidad de la corrupción de los cargos públicos que nos gobiernan.
Decía el filósofo José Luis López Aranguren que existía una moral de la vida cotidiana y personal: "lo que yo haga ahora, depende en gran medida de lo que he hecho antes; mis actos anteriores me han abierto unas posibilidades de acción y obturado otras. Todos adoptamos un patrón de existencia, un modo de vida que si es mantenido consecuentemente dota de un estilo unitario a nuestros actos sucesivos...hay que tomar decisiones, llevar a cabo una elección, lo que da lugar a un acto. La palabra comportamiento (o conducta) es la suma de esos actos y lo que singulariza su moralidad es la consideración de los mismos como buenos o malos". Define el autor la moral del deber y la ética de los valores en la democracia, en la vocación o en la profesión, incluso en el sentido de la vida. La prudencia, el respeto, la buena voluntad, la conciencia moral nos lleva al pluralismo y a la moral de la sociedad civil.

Los españoles, como pueblo, tenemos sin duda nuestros viejos "vicios", asentados probablemente en nuestro individualismo a ultranza y en nuestra ignorancia secular. El filósofo cordobés Ibn Hazm escribió en el siglo XI: "nadie es profeta en su patria. Esto es particularmente verdad en España. Sus habitantes tienen envidia al sabio que entre ellos surge y alcanza maestría en su arte; tienen en poco lo mucho que puede hacer, rebajan sus aciertos y se ensañan, en cambio, con sus caídas y tropiezos, sobre todo mientras vive...es pasto de murmuraciones, cebo de calumnias, imán de censuras, presa de lenguas y blanco de ataques contra su honor". Esta afirmación queda patente cuando observamos con que facilidad derribamos la reputación de muchas personas (políticos incluídos) desdeñando y criticando despiadadamente sus obras, sin valorar lo positivo que pudieron contener. Como se dice ahora, no hemos puesto en valor a nuestros personajes ilustres y a menudo los hemos desdeñado, prefiriendo a los de afuera. La Historia narra aciertos y errores, pero no hemos aprendido de ellos.

En la entrevista, Victoria Camps deja alguna que otra opinión, a mi juicio muy interesante e ilustrativa:

* En el caso de la ética (reflexión sobre la moral), que debería plantearse todo el mundo, abarca muchos ámbitos: la política, pero también la medicina, el periodismo, la ciencia...no viene mal saber qué es eso de la justicia, la equidad, el fundamento de las normas morales.
* Lo que enturbia más el comportamiento social es que cada uno va a lo suyo...intereses privados, egoísmo, se pierde de vista el bien común. Desde la política pero también desde la empresa, los sindicatos, los bancos...
* La ética de las virtudes, entender la ética como una manera de ser que implique la colaboración con el grupo. Lo que falta es honradez y voluntad de hacer las cosas bien en todos los ámbitos.
* Si queremos ser ejemplarizantes, aplicando hábitos de conducta para convivir en una comunidad, cada uno debe respetar la conciencia moral y sus límites.
* Yo no me juzgo, eso deben hacerlo los demás. No podemos hablar del bien y la justicia y que nos pillen en un renuncio. No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
* No sabemos si somos libres, pero creemos que lo somos y eso nos convierte en responsables.
* No podemos satisfacer todo lo que anhelamos: identificar la felicidad con la satisfacción de los deseos no es lo mismo que identificarla con la satisfacción de las necesidades. La primera nos puede llevar a la ansiedad, que se medicaliza: no podemos identificar la felicidad con una pastilla.

Son palabras sabias. En muy pocas líneas se contiene una definición bastante aproximada de lo que hoy es nuestra sociedad y los defectos o vicios que le son inherentes. Todo lo generalizamos y llegamos a la consabida convicción de que "todos son iguales", referida al ámbito que nos interese, político incluído. Desde luego no es "sólo" un problema español...he leído que las encuestas en Italia, para las próximas elecciones, van aupando nuevamente a Berlusconi y a un cómico que al parecer llena las plazas públicas allá por donde va, y sin embargo bajan para el partido creado por el actual presidente, Mario Monti (que ciertamente no fue elegido por los ciudadanos), y para el principal partido de la izquierda (que es el que va en cabeza). La sociedad es claramente manipulable (y manipulada), especialmente a través del hecho económico y la connivencia del entramado político, social, religioso y de los medios de comunicación. Una gran mayoría pone precio a la honestidad y a la honradez, piensan que todo se compra. Esto me reafirma en mi idea de que sólo a través de la educación, la formación humanística, la cultura, y la información independiente, además de una mayor participación y exigencia en y de "lo público", los ciudadanos podremos acertar con nuestras decisiones, con nuestras elecciones, con nuestros actos y así optar también a mejorar nuestro futuro.




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