Os envío la fotografía equivocada y nadie dice nada...¡desde luego...!.
Esta es la correcta.
"Al mal tiempo, buena cara", reza uno de los refranes más conocidos en lengua castellana . Poner buena cara, sonreir, reir...tomarse la vida no a la ligera, pero si rebajando el dramatismo del que a veces nos dejamos llevar en demasía. Numerosos psicólogos apuntan a los efectos beneficiosos que el buen humor aporta a la salud y al bienestar de las personas, ayudándolas a aparcar las tensiones del cuerpo y de la mente y a alejar la negatividad emocional adquirida. Lo sabemos, pero no lo practicamos con la asiduidad debida.
Esta fotografía es un claro y hermoso ejemplo de risoterapia moderada: todos los integrantes del grupo enseñan a la cámara la más o menos blanca hilera superior dental, en un ejercicio de maravillosa coordinación, merecedora como mínimo de un diploma olímpico (hay que reconocer que los orientales lo hacen mejor). Los efectos inmediatos saltan a la vista: el aspecto físico de los rostros es de una absoluta distensión, provocando que los pómulos se eleven dotando de volumen a las facciones, que los ojos se entrecierren y que la expresividad global resulte atractiva (aunque de todos modos a los orientales les sale mejor, sobre todo por los ojos). El resto del cuerpo muta también en sentido positivo y la relajación de los músculos es patente, dando una sensación general de placidez y armonía (en esto empatamos con los orientales). Si atendemos al plano afectivo podemos comprobar, a su vez, como se promueve una tendencia general al acercamiento o agrupamiento de los cuerpos, en una evidente atracción mutua de estos, que los físicos denominan "magnetismo inducido" (pero no es aplicable a los humanos, salvo tal vez al androide) y los sociologos lo consideran una consecuencia positiva de la cognición y la afectividad aplicada a la conducta social.
Por la derecha de la imagen una mujer avanza hacia el muro, de espaldas a la cámara. Reclama también su momento de disfrute en la ciudadela de Dubrovnik y su voluminoso argumentario de peso físico, cual metáfora, pretende en vano compararse en términos de felicidad a los miembros del grupo. El fútil intento se desvanece como un relámpago: si en ese momento se pudiese hacer una pesada individual, el nivel de disfrute de la mujer tendría una medición muy por debajo de la de aquellos.
Nos preguntamos si el autor de la fotografía participa de la alegría de los fotografiados y hemos de convenir en que si: no sólo eso; es incluso probable que haya sido el factor desencadenante, el inductor. Posiblemente ha sido el destinatario convergente de todas las miradas y consciente de ello haya realizado alguna "gracieta" que de inmediato se trasladó a todos los miembros de su grupo. Haya sido así o no, el resultado queda patente en la imagen: una perfecta comunión de voluntades predispuestas al aprovechamiento de la dicha del momento. Por un instante fugaz la alegría se propaga, se contagia como un virus y se instala en todos al unísono. La imagen es de una estética maravillosa y maravilloso sería si pudiesemos visionar la felicidad interior que emana en ese preciso momento de cada uno. La efímera belleza de la alegría compartida. Lo mejor es que en otro momento y en otro lugar puede volver a suceder: tan sólo tenemos que desearlo.
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