
Me encontraba al límite de mis fuerzas.Luchaba por permanecer a flote,agarrado a un trozo de madera de la embarcación naufragada.El fuerte viento me azotaba el rostro,cuarteado por las horas de sol,el agua salada y la dolorosa herida sufrida el dia anterior.Tras soportar estoicamente olas de doce metros de altura,las de siete que en ese momento mecían mi maltrecho cuerpo me parecían insignificantes.En la profunda oscuridad de la noche solo el monótono silbido del viento me mantenía en vigilia.Era incapaz de abrir los enrojecidos y escocidos ojos y mi férrea voluntad de supervivencia comenzaba a decaer.
Tras la larga travesía por los mares del sur habíamos sido abordados por un bajel pirata de desalmada y feroz tripulación.De mis veinticuatro compañeros únicamente sobreviví yo,no sin antes haber ensartado con mi espada a todos nuestros contrincantes.Empapado en sangre y sudor fuí hundiéndome con mi navío,alcanzado por el cañoneo de los piratas.Firme,en la cofia del barco,abracé la bandera de mi país y recordé con los ojos anegados de lágrimas,pero con la resolución de los valientes,a mi familia y amigos,mientras los tiburones,cada vez más cerca,nadaban en círculos esperando el festín.
La horripilante lucha con los tiburones me debilitó.Varias millas marinas a la redonda habían quedado coloreadas con el rojo de la sangre de varias docenas de ellos que había destripado con mi cuchillo.Al último de ellos,un gran ejemplar de tiburón blanco,le tuve que romper la mandíbula para lograr liberarme de entre sus fauces.Sus enormes dientes,afilados como cuchillas,me habían dejado cortes profundos en el pecho y en el brazo izquierdo.Sangraba abundantemente,unos dos litros por minuto y no tenía tiritas.
Me icé sobre parte de la quilla del barco que había quedado flotando y me estiré encima,exponiéndome al implacable sol.Sentía como mis heridas cicatrizaban a gran velocidad,mientras taponaba con mis manos los surtidores sanguinolentos de mi cuerpo.Rendido me dormí y para cuando desperté ya había anochecido.Ligeramente repuesto decidí zambullirme en el agua para refrescarme,ya que soy hombre que enseguida me acaloro,y al poco rato sentí unos poderosísimos brazos que me asían con inusitada fuerza,tratando de arrastrarme hacia el fondo del mar.Luché denodadamente con aquel monstruo marino,al que enseguida catalogué como un "architeuthis" de la familia de los "ommatostréfidos" que debía medir unos veinte metros de longitud.(1)
Después de unas dos horas bajo el mar,luchando con el monstruo,logré deshacerme de él con un hábil recurso: le até los brazos y así,incapaz de nadar,se fué cayendo lentamente hacia el fondo abisal donde probablemente falleció ahogado.Mis ojos,habituados ya a la oscuridad y a estar bajo el agua,veían con nitidez como otros calamares gigantes huían despavoridos al contemplar el siniestro fin que le esperaba a su congénere.
Comenzaba a clarear y yo,otra vez sobre los maderos flotantes me las prometía muy felices y me disponía a tomar tan ricamente el sol,cuando de improviso se alzaron a mi alrededor varios tentáculos gigantes.En un primer momento,con las varias toneladas de agua que acompañaron al emerger del nuevo monstruo marino,no logré distinguir el nuevo peligro que me acechaba y supuse que el calamar había logrado deshacer los nudos que le había hecho y trataba de vengarse.Pero no fué así.
Un descomunal ejemplar de"octopus macropus vulgaris" (2) de la ría había rodeado con sus ventosas de un metro de diámetro cada una mi vapuleado cuerpo.Estaba casi asfixiado cuando me atrajo hacia su boca y pude ver su asqueroso pico que se abría para engullirme.Ya dentro de su boca saqué fuerzas de flaqueza y ayudándome con manos y pies,a golpes de desesperación,le abrí una grieta lo suficientemente grande para escabullirme.
Por desgracia el monstruo número dos me había arrastrado unos doscientos cincuenta metros hacia las profundidades y yo estaba demasiado debilitado para nadar.Me dejé ir ascendiendo lentamente hacia la superficie pero notaba que las fuerzas me fallaban y no lo iba a conseguir.Cerré los ojos y esperé dignamente el final,cuando me pareció oir una voz distorsionada,pero familiar.Agucé el oído y el corazón se me llenó de alegría y esperanza al reconocer la voz de mi dulce esposa:
- ¡Vitucoooooooo....!
- ¡Vitucoooooooo....!
Era como música celestial.Intenté responder,pero al abrir la boca se me llenó de agua.Algo me zarandeó varias veces.Me volví y perplejo miré el rostro angelical de mi queridísima Puri que me gritó:
- ¡Cómo no te des prisa vas a llegar tarde al trabajo!.
Somnoliento y enormemente cansado y abatido me puse las zapatillas y me interné en el diáfano baño para darme una ducha y despejarme.
(1) Cefalópodo decápodo gigante comestible.Lura.
(2) Pulpo "a feira".
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