La fotografía está tomada tras la intervención del presidente en el Senado, explicando su posición con respecto a los dramáticos sucesos de Ceuta,
donde fallecieron al menos quince inmigrantes subsaharianos. Antes de él, en el tiempo y en otros ámbitos, se explicaron el Director General de la Guardia Civil y el Ministro del Interior.
Voy a tomar prestadas unas palabras de Amin Maalouf, economista, político y sociólogo libanés,
merecedor de distintos premios literarios, el último el Príncipe de Asturias de las Letras del año 2010:
"El mundo padece un desajuste de suprema envergadura y, además, en varios ámbitos al mismo tiempo: desajuste intelectual, desajuste financiero, desajuste climático, desajuste geopolítico, desajuste ético.
Cierto es que también asistimos, de vez en cuando, a inesperados vuelcos salutíferos; empezamos entonces a creer que a los hombres, al verse en un callejón sin salida, no les quedará más remedio que hallar, de milagro, procedimientos para dar media vuelta. Pero no tardan en aparecer otras turbulencias que dan fe de impulsos humanos muy otros, más opacos, más habituales, y volvemos a preguntarnos si nuestra especie no ha llegado, por decirlo de alguna manera, al umbral de la incompetencia ética, si sigue acaso avanzando, si no acaba quizá de iniciar una regresión que pone en entredicho lo que tantas generaciones sucesivas se habían esforzado por edificar.
No se trata aquí de las angustias irracionales que acompañaron el paso de un milenio a otro, ni de las reiteradas imprecaciones que no dejan de espetar desde siempre quienes temen los cambios o se escandalizan ante su cadencia. Mi preocupación es de otro orden: es la de un adepto de la Ilustración que ve como las luces oscilan, se debilitan, y en algunos países están a punto de apagarse; es la de un apasionado de la libertad, que la creyó en trance de extenderse por el conjunto del planeta y ve ahora como se perfila un mundo en el que no va a tener cabida; es la de un partidario de la diversidad armoniosa a quien no le queda más remedio que presenciar impotente como crecen el fanatismo, la violencia, la exclusión y la desesperación; y es, ante todo y sencillamente, la de un enamorado de la vida que no quiere resignarse ante la aniquilación que la acecha".
Roma, y antes Grecia, llamaron peyorativamente "bárbaros" a los pueblos extranjeros (su traducción literal es "el que balbucea"). Iberos, francos, germanos, galos, visigodos, entre otros, eran considerados pueblos bárbaros. Forman parte de nuestra cultura, la europea, la occidental, que se extendió por buena parte del planeta. La todavía mayor potencia, EEUU,
es una cultura descendiente de la nuestra. Y en Occidente, la barbarie actual consiste en la intolerancia, el oscurantismo, la arrogancia y la insensibilidad. Ya conocemos la historia: en nombre de la libertad, de la democracia, de la legítima defensa, de los derechos humanos y de Dios,
se maltrata, destruye y mata.
El presidente, en la fotografía, aparece enormemente satisfecho: se diría que es un triunfador, que ha obtenido una victoria incontestable.
Pero hay victorias engañosas...
Tengo la desasosegante impresión de que a este individuo ya hace mucho tiempo que se le olvidó algo esencial: en el planeta vivimos más de siete mil millones de individuos y todos tenemos, mal que nos pese, algo en común...¡todos somos seres humanos!. Y todos tenemos los mismos derechos fundamentales, aunque por desgracia no se respeten. Vivimos en la diversidad de étnias, de culturas, de religiones, de climas, y repito, todos somos seres humanos. Pero algunos no lo quieren ver y ni mucho menos reconocer.
La trayectoria del presidente, sus actos de gobierno precedentes, nos han dado pistas acerca de la concepción social y moral en la que cree. Su ética es pragmática y la utiliza en beneficio propio, en la de su partido y en la de la sociedad en la que cree, que es una sociedad desigual, jerarquizada, en la que la preeminencia del mundo del dinero es indiscutible.
Por eso, cuando observo su indisimulada autosatisfacción y la de los aduladores que lo jalean, no dejo de pensar en la miseria moral que los habita y anima. Son incapaces de ver al prójimo, a los dolientes, a los sufridores, a aquellos a los que vivir les resulta dramático.
Y cada dia que pasa se hacen más y más pequeños...
Hasta que un día desaparezcan, y yo sólo los recordaré como un mal sueño.
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