El prior del convento de San Marco de Florencia, de la orden de los dominicos, fué un exaltado reformista. Gran y apasionado orador, como Miguel de Matamá, fué confesor de Lorenzo de Médicis, a quién no podía ver ni en pintura. El hombre clamaba contra el lujo, las libertades sexuales, la sodomía, las indulgencias de la Iglesia Católica, la depravación de los poderosos y el poder terrenal del Papa, arrastrando a las masas en una creciente indignación ciudadana. La verdad, razones no le faltaban, y además era el primero en practicar la renuncia y el ascetismo, aplicándose duros castigos corporales, cilicio incluído.
Aprovechando la incursión del rey francés Carlos VIII en su camino a Nápoles, en lucha con los austrias españoles y la rendición de Florencia al mencionado rey, se aupó al poder y se constituyó la república de Florencia. De esa época data el "Salón de los quinientos" (Salone dei cinquecento) órgano rector de la ciudad, que alojaba a los representantes del Gran Consejo, presidido por Fra Girolamo.
El prior, ya jefazo republicano, inventó un sistema muy efectivo de rebajarle los humos al personal que se las daba de listillos: en la Piazza de la Signoría obligaba a hacer una hoguera a la que los ciudadanos iban arrojando libros de valor incalculable de la época clásica, obras de arte del renacimiento, ropas lujosas y joyas, tachándolas todas ellas de inmorales. Inventó sin saberlo las "hogueras de las vanidades". El exageradamente austero y despótico monje quería que el personal tuviese costumbres sencillas y piadosas, lo que provocó que algunos se le opusieran, entre ellos los franciscanos (no confundir con los seguidores del Papa Francesco). Sus opositores, llamados los "arrabbiati" (palabra que no necesita traducción), no veían el momento de darle una andanada de hostias, pero el cabrito de Girolamo decía que todo lo hacía en nombre de Dios.
En el frontispicio sobre la entrada principal del Palazzo Vecchio se puede leer "Rex regum et Dominus dominatium" (Rey de reyes y Señor de señores), inspirado por Savonarola. Así aplicaba el asceta su ley, sometiendo a todo Dios (es una forma de hablar, referida en este caso a los ciudadanos). La cosa es que tanto el cántaro fué a la fuente, que acabó por romperse, y el Papa Alejandro VI, el Papa Borgia español, un elemento de lo más depravado e intrigante, se cansó de las invectivas que le lanzaba Girolamo y fué directamente a por él. Savonarola trató de defenderse y hacerse fuerte en el Convento de San Marco, pero su resistencia fué inútil...
Savonarola fué detenido, excomulgado, declarado hereje y torturado hasta que firmó con el único brazo que le dejaron sano (el derecho) su arrepentimiento (total pa ná), ya que lo estrangularon y echaron a la hoguera (a él, pobre, que tanto le gustaban). Como no daba ardido (era difícil hasta para eso), lo tuvieron que arrojar a las llamas en varias ocasiones y posteriormente sus cenizas tiradas al rio Arno (eran unos bestias contaminantes, sin conciencia medioambiental).
Son bien bonitas las pinturas que en el convento de San Marco realizaron Fra Angelico y Fra Bartolomeo (al primero le llaman alli Beato Angelico). Alli están su Anunciación, el Descendimiento y otras obras. Todas las celdas de los monjes cuentan con una pintura y Girolamo también tenía la suya, además de un retrato en el que sale bien feo, con una nariz muy imponente. En San Marco es destacable la biblioteca de Michelozzo di Bartolomeo, que se dedicaba a hacer reformas y palacios por donde le petaba, pero que nada tenía (ni tiene) que ver con otro reformista conocido, el ya citado Michelozzo di Matamá.
Bueno, todo este rollo para decirle a Miguel que muchos de los correos que le mando, cuando contienen fotografias de alta definición (¿se dice así?), vienen devueltos con un mensaje repetitivo y curioso: "mail delivery system". Me está poniendo de una hostia, que como bien decía el barón Scarpia, el jefe de la policía de la ópera Tosca de Puccini, en el "Te Deum", me está haciendo perder la fe en Dios...y me están entrando unas ganas de viajar a Madrid, aunque sea en tren, encender una buena hoguera delante de su casa y empezar a arrojar a las llamas cosas inútiles, que no sé si me aguantaré...
¡Y no sé decirlo de otra manera, COÑO!.
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Pues a mi me llegan de alta resolución y de baja también. Y sobre todo de baja calidad, menos mal que luego le dedico unos minutos y las pongo decentes. No me extraña que algunas el ordenador las rechace, el sabe que se están enviando a gente sensible.
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