A veces no hay que leer libros ni ver películas para vivir dramas: simplemente la vida te los muestra. Esta es una experiencia que enseña, una pequeña historia real, aunque triste, que deseo compartir:
Hace dieciséis años que una joven Celestina se vino para España desde su Argentina natal en busca de la tierra de promisión. Su país no le ofrecía entonces ni un medio de vida ni un futuro esperanzador y Celestina, como tantos otros, dejó atrás su barrio humilde de Buenos Aires y se dirigió a Galicia con prácticamente lo puesto y las maletas, como se suele decir, llenas de ilusión...
España era el "país milagro" de la Unión Europea y su economía crecía alentada por ayudas comunitarias, el motor del turismo y la creciente especulación inmobiliaria; "España va bien" no dejaban de repetir optimistas e interesadas voces. Celestina se instaló en Vigo y no le faltó trabajo: de dependienta, peluquera o lo que le ofrecieran. Vivió esos años de juventud como otra joven más, y sus ingresos resultaban suficientes para pagarse una vivienda de alquiler e ir tirando despreocupadamente de su vida, ya que no tenía mayor compromiso que consigo misma.
Consiguió la nacionalidad española y con el tiempo conoció a otra persona, también argentina, que acabaría convirtiéndose en su pareja. Su vida creció en dimensión y felicidad, a muchos kilómetros de distancia de su tierra: dos personas ponían su vida en común afrontando un futuro, que se preveía mejor en compañía el uno del otro. En el año 2005 Celestina se decidió a pedir un préstamo hipotecario para la adquisición de una vivienda; lo pidió sólo a su nombre (no estaba casada), en una decisión personal que más tarde lamentaría. Para amueblarlo de manera muy modesta, solicitó un préstamo personal y su banco le facilitó además del préstamo dos tarjetas de crédito, una de ellas "revolving"...pues eran años de expansión y magnanimidad bancaria. Celestina había colmado uno de sus mayores deseos y atendía sus compromisos con puntualidad, viviendo con cierta holgura y hasta llegó a montar un negocio de peluquería para señoras como autónoma; con sus ingresos y los de su pareja la vida parecía bien encarrilada...
Hace cuatro años Celestina y su pareja tuvieron un bebé al que pusieron el nombre de Catalina. La felicidad se había instalado en su hogar y fué bendecida con el fruto de su amor. ¡Con qué alegría fué acogida aquella niña!, Celestina no cabía en sí de gozo...las fotografías del bebé cruzaron el océano para ser mostradas a sus abuelos y al resto de su familia...probablemente se hicieron planes futuros de viaje para presentarla en aquel "allá", tan lejos de este "acá". Aquella era una preciosa historia que prometía un maravilloso final feliz...
Pero llegaron tiempos difíciles...
La crisis económica ya había asomado su mala sombra y empezado a mostrar su virulencia: el negocio de peluquería de Celestina hizo aguas y tuvo que cerrarlo, en tanto que su pareja perdió el empleo. Poco a poco sus ingresos menguaron y por si esto no fuera suficiente la pareja de Celestina enfermó y hace algo más de un año falleció. La pobre mujer, sin familia en España, sola con su pequeña hija y sola para afrontar el pago de sus deudas, encajó como pudo el golpe y se empleó en lo que le fué saliendo, las más de las veces sin contrato laboral ni Seguridad Social. Le reconocieron a su hija Catalina una pensión de orfandad de 197 euros mensuales y tras diversas gestiones con la Xunta de Galicia, Celestina consiguió otra ayuda pública de 214 euros mensuales, al acreditar que no disponía de otros ingresos económicos. Acuciada por su precaria situación decidió poner la vivienda de la calle Cristo a la venta a través de varias inmobiliarias y acudió al Banco para intentar refinanciar la deuda, pero no logró ni la venta ni la refinanciación. El director de su oficina bancaria le propuso con todo el tacto de que fué capaz y dada la dramática situación en que se encontraba Celestina, una solución dolorosa pero eficaz: la dación en pago de su vivienda. La fórmula legal le dejaba sin deudas, pero también sin hogar; Celestina lloró, pero una vez serena manifestó que valoraría la propuesta y ambos se dieron un plazo.
En la mañana de ayer Celestina firmó en notaría la dación de su vivienda en pago de la deuda. En la firma estuvo presente por parte del banco la misma persona que le ofreció la solución, a pesar de encontrarse de vacaciones: se había comprometido con Celestina a que fuera así. Ella no lloró esta vez, quizá porque ya no tenía lágrimas y cumplió con honestidad y entereza su parte del contrato. En la despedida el director le dió un beso y le deseó toda la suerte del mundo, esa que aqui se le mostró esquiva. Hoy dia 15 de agosto Celestina tomó un vuelo por la tarde con su hija Catalina que le llevará primero a París, para enlazar con otro vuelo a la ciudad de Buenos Aires...los billetes han sido pagados por sus padres, que esperarán impacientes y nerviosos el momento de reencontrarse con su hija y conocer personalmente a su nieta.
Dicen que la vida da segundas oportunidades...Celestina y Catalina comienzan una nueva etapa y lo hacen con un viaje a otra tierra de promisión...un viaje de regreso para la primera, que ojalá le vuelva a traer la felicidad perdida. Consuela saber que al menos estará arropada por aquellos que le quieren y que harán todo lo posible por ayudarla: la soledad no es buena compañera de viaje en la vida.
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Triste la historia pero muy bueno el relato. Como se nota cuando las cosas se viven, los sentimientos aparecen en el texto.
Furafollas (Pintor).
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Se nota que aprendistes a pintar en MONTMARTRE
zzz zzzz zzzzz
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